Se piden reclutas
Noche tras noche me encuentro frente a la gente, siendo portadora de un testimonio muy positivo, rogándoles que estén bien despiertos, y que acometan la obra de hacer circular nuestras publicaciones ( Review and Herald , 30-4-1905).
El campo de colportaje necesita reclutas. Los que se empeñen en esta obra con el espíritu del Maestro hallarán entrada en los hogares de aquellos que necesitan la verdad. Pueden referirles la sencilla historia de la cruz, y Dios los fortalecerá y los bendecirá mientras conducen a otros a la luz. La justicia de Cristo los precede y la gloria de Dios es su retaguardia ( Id ., 16-6-1903).
Levantaos y brillad
No debe descuidarse por más tiempo la obra del colportaje. Muchas veces se me ha revelado que debe manifestarse un interés más extenso en nuestra obra de colportaje. La circulación de nuestras publicaciones es un medio muy importante para presentar a los hombres la luz que Dios le ha confiado a su iglesia para que la dé al mundo. Los libros que nuestros colportores venden revelan a muchas personas las riquezas inescrutables de Cristo.
En el servicio del Señor hay obras de muchas clases que deben realizarse. En el servicio del templo [de Israel] había grabadores en madera tanto como sacerdotes de varias categorías a quienes se les habían encargado diferentes responsabilidades. Les toca a nuestros miembros de iglesia levantarse y brillar, porque ha llegado su luz, y la gloria del Señor está sobre ellos. Despierten de su sueño los que conocen la verdad, y hagan todo esfuerzo para amonestar a la gente en el lugar donde están. No debemos descuidar por más tiempo la obra del Señor y hacerla secundaria a intereses mundanos. No tenemos tiempo para estar ociosos ni desanimados. Ha de proclamarse a todo el mundo el Evangelio. Han de circular por todo lugar las publicaciones que contienen la luz de la verdad presente. . . .
¿Por qué no estamos más despiertos? Cada obrero puede comprender ahora la obra especial que le incumbe y recibir fuerzas para emprenderla de nuevo. Manifestaciones claras y singulares de la gloria ilimitada de Dios traerán a los pies de Jesús ofrendas de homenaje de diversas clases. Cada nueva revelación del amor del Salvador hace que algún alma escoja seguir o el bien o el mal; porque el fin de todas las cosas es inminente. Los hombres del mundo se precipitan a su ruina. Sus designios y sus alianzas son numerosos. Siempre se introducirán nuevos ardides para anular los planes de Dios. Los hombres están amontonando tesoros de oro y plata que van a ser consumidos por los fuegos de los últimos días ( Id ., 2-6-1903).
El Señor llama a muchos
El año nuevo está delante de nosotros, y deben trazarse planes para realizar un esfuerzo fervoroso y perseverante en el servicio del Maestro. Hay mucho que hacer para impulsar la obra de Dios. Se me ha indicado que la obra del colportaje ha de revivir y ha de ser llevada adelante con éxito creciente. Es la obra del Señor, y los que la emprendan con fervor y diligencia recibirán una bendición ( Id ., 20-1-1903).
El Señor llama a muchos a ocuparse en la obra del colportaje. . . . Por causa de Cristo, hermanos y hermanas, aprovechad hasta el máximo las horas del nuevo año para hacer brillar ante la gente la preciosa luz de la verdad presente. El ángel del pacto está dotando a sus siervos del poder para que lleven la verdad a todas partes del mundo. Ha enviado a sus ángeles con el mensaje de misericordia; pero, como si no se apresuraran lo suficiente para satisfacer el amoroso anhelo de su corazón, colocan sobre cada miembro de su iglesia la responsabilidad de proclamar este mensaje. "El que oye, diga ven". Todo miembro de la iglesia ha de mostrar su lealtad invitando a los sedientos a beber del agua de la vida. Una cadena de testigos vivientes ha de llevar la invitación al mundo. ¿Realizarás tu parte en esta gran obra?
Cristo llama a muchos misioneros, tanto hombres como mujeres para que se consagren a Dios y estén dispuestos a gastar y ser gastados en su servicio. ¡Oh! ¿podemos dejar de recordar que existe un mundo por el cual trabajar? ¿No avanzaremos paso a paso permitiendo que Dios nos use como su mano ayudadora? ¿No nos colocaremos sobre el altar del servicio? Entonces, el amor de Cristo nos tocará y transformará, convirtiéndonos, por su causa, en personas dispuestas a trabajar con osadía ( Id ., 7-1-1903).
Muchas personas, tanto hombres como mujeres, pueden hacer una excelente obra colportando con libros que estén llenos de una instrucción directa y sencilla sobre la piedad práctica ( Manuscrito 81, 1900).
Un llamado a la juventud
El Señor llama a los jóvenes a trabajar como colportores y evangelistas, a realizar obra de casa en casa en lugares que aún no han escuchado la verdad. El se dirige a nuestros jóvenes diciendo: "Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios". Los que avancen en la obra bajo la dirección de Dios serán maravillosamente bendecidos. Aquellos que en esta vida hacen lo mejor que pueden obtendrán una idoneidad para la futura vida inmortal ( Id ., 16-5-1912).
Tenemos una obra que hacer. Educad, educad, educad a jóvenes para que se consagren al ministerio de la palabra. Educadlos para que lleguen a ser colportores, a fin de que vendan los libros que el Señor por su Espíritu ha impresionado las mentes a escribir. Este material de lectura será dado así a una numerosa clase de personas que nunca oiría la verdad a menos que fuera llevada hasta sus puertas. Esta es la obra del evangelista ( Carta 135, 1900).
Cristo pide que muchos jóvenes se ofrezcan voluntariamente para llevar luz al mundo. Se necesitan hombres de fibra moral, hombres que sean capaces de encontrar la obra que tengan a mano, porque la están buscando. La iglesia necesita nuevos hombres para comunicar energía a sus filas, hombres para estos tiempos, aptos para contender con sus errores, hombres que inspire un celo renovado a los desfallecientes esfuerzos de los pocos obreros, hombres cuyos corazones estén encendidos con el amor cristiano, y cuyas manos estén ávidas de realizar la tarea del Maestro ( Manual for Convassers , pág. 22. Año 1902).
Centenares han de salir
Quiera el Señor conmover a muchos de nuestros jóvenes para que entren en el campo del colportaje. Por medio de esta obra la verdad es presentada a millares que de otra manera no la oirían. El tiempo que tenemos para trabajar es breve. . . .
¿Por qué no existe una búsqueda más diligente del Señor, de manera que centenares de personas sean llenadas del Espíritu Santo y salgan a proclamar la verdad, "obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales" que seguirán? Nuestra comisión consiste en permitir que la luz brille por doquiera a través de la prensa. Por medio de la página impresa la luz alcanza a las personas aisladas, que no tienen la oportunidad de escuchar a los predicadores vivos. Esta es una obra misionera muy bendecida. Los colportores pueden ser la mano ayudadora del Señor, abriendo las puertas para que entre la verdad. . . .
Debemos despertar el celo y el fervor de los colportores, instándoles a que lleven la luz a los lugares tenebrosos de la tierra. No hay descanso para alguien que tenga talentos y capacidades. Se les pide que sean los instrumentos del Señor, que cooperen con el Señor Jesús para difundir la luz del cielo por este mundo entenebrecido por el pecado ( Carta 21, 1902).
Obreros de todas las iglesias
Dios llama a obreros de todas las iglesias para que entren en su servicio como colportores evangélicos. Dios ama a su iglesia. Si los miembros hacen su voluntad, si luchan por impartir la luz a los que están en tinieblas, él bendecirá grandemente sus esfuerzos. Representa a la iglesia como la luz del mundo. Por medio de su fiel servicio, una multitud de personas que ningún hombre puede contar llegarán a convertirse en hijos de Dios, aptos para la gloria eterna. Todos los sectores del dominio de Dios han de ser llenados con su gloria. ¿Qué está haciendo, pues, la iglesia para iluminar al mundo, para que en todas partes de la tierra se eleve hacia él un tributo de alabanza, oración y acción de gracias? ( Carta 124, 1902).
Cada creyente ha de ayudar
Esparza todo creyente folletos y libros que contengan el mensaje para este tiempo. Necesitamos colportores que salgan a hacer circular nuestras publicaciones por doquiera ( Review and Herald , 12-11-1903).
Hombres de las vocaciones comunes de la vida
En esta obra final del Evangelio hay un vasto campo que ocupar, y, más que nunca antes, la obra debe alistar ayudantes de entre el común del pueblo. Tanto jóvenes como mayores serán llamados del campo, del viñedo y del taller y enviados por el Maestro para dar su mensaje. Muchos de ellos habrán tenido pocas oportunidades para educarse, pero Cristo ve en ellos cualidades que los capacitarán para cumplir su propósito. Si hacen de corazón el trabajo y siguen aprendiendo, Cristo los capacitará para trabajar por él ( La Educación , pág. 262. Año 1903).
La bendición prometida por Dios
Hay una labor misionera que ha de ser hecha por medio de la distribución de folletos y periódicos y por el colportaje con nuestras publicaciones. Nadie de vosotros piense que no puede ocuparse en esta obra porque es abrumadora, y requiere tiempo y pensamiento. Si necesita tiempo, dedicadlo alegremente; y las bendiciones de Dios descansarán sobre vosotros. Nunca hubo un tiempo en que se necesitaran más obreros que ahora. Hay hermanos y hermanas en todas nuestras filas que deben disciplinarse para dedicarse a esta obra; algo debe hacerse en todas nuestras iglesias para esparcir la verdad. Es deber de todos estudiar los diversos puntos de nuestra fe, para que puedan estar preparados para dar razón de la esperanza que hay en ellos, con mansedumbre y reverencia ( Review and Herald , 1-4-1880).
Cristo os enseñará lo que debéis decir
Muchos están tristes y desanimados, débiles en fe y confianza. Hagan algo para ayudar a alguien más necesitado que ellos mismos y llegarán a ser fuertes en el poder de Dios. Ocúpense en la buena obra de vender nuestros libros. Así ayudarán a otros, y la experiencia obtenida les dará la seguridad de que son ayudadores de Dios. Al suplicar al Señor que los dirija, él los guiará a aquellos que buscan la luz. Cristo estará junto a ellos enseñándoles lo que deben decir y hacer. Al consolar a otros, ellos mismos serán consolados.
Los ángeles os acompañarán preparando el camino
Os ruego, queridos obreros cristianos, que hagáis lo que podáis para hacer circular los libros que el Señor ha dicho que deben sembrarse extensamente por todo el mundo. Haced cuanto podáis porque los compren todas las familias que sea posible. Pensad en la gran obra que podrá cumplirse si muchos creyentes se unieran en un esfuerzo por presentar a la gente, mediante la circulación de estos libros, la luz que el Señor ha declarado debe dársele. Bajo la dirección divina, avanzad en la obra y buscad la ayuda del Señor. El Espíritu Santo os acompañará. Los ángeles del cielo serán vuestros compañeros y prepararán el camino ( Id ., 7-1-1903).
La consagración que el Señor exige
Necesitamos colportores, evangelistas, ministros, que hayan recibido el Espíritu Santo, y que sean participantes de la naturaleza divina. Necesitamos obreros que sean capaces de hablar con Dios y después con el pueblo. Estoy alarmada al ver cuántas obstrucciones se presentan para distraer a los hombres de la obra evangélica, y así dificultar la obra de Dios. . . . Amonesto a todos los que deben estar en la obra del colportaje, haciendo circular los libros que tanto se necesitan por doquiera, a ser cuidadosos y a no desviarse de la obra que el Señor nos ha llamado a realizar. Que los hombres que Dios ha llamado a hacer obra evangélica no se enreden con las perplejidades de los negocios. Mantengan sus almas en la atmósfera más favorable a la espiritualidad. . . . Dios quiere que todo obrero que pretende creer en la verdad presente se consagre -en cuerpo, alma y espíritu- a la obra de tratar de salvar a las almas que perecen a su alrededor ( Manuscrito 44, 1903).
Colportores para las ciudades
Los libros que contienen la preciosa luz de la verdad presente y que yacen en los estantes de nuestras casas editoras deben hacerse circular. Se necesitan colportores que vayan a las grandes ciudades con estos libros. Al ir de casa en casa, encontrarán almas que están hambrientas de vida, a las cuales pueden hablar palabras oportunas. Se necesitan colportores que sientan una preocupación por las almas. Podéis decir: "Yo no soy pastor. No puedo predicar a la gente". No, podéis no ser aptos para predicar, pero podéis ministrar, podéis preguntar a las personas con quienes os encontráis si aman al Señor Jesús. Podéis ser evangelistas. Podéis ser la mano ayudadora de Dios, trabajando como lo hicieron los discípulos cuando Cristo los envió. Jóvenes, señoritas, el Maestro os llama a realizar su obra. Hay hambre en el campo por el Evangelio puro ( Manuscrito 113, 1901).
Obreros llamados a todas partes
Las cosas de este mundo han de perecer pronto. Esto no lo disciernen los que no han sido divinamente iluminados, los que no han mantenido el paso con la obra de Dios. Hombres y mujeres consagrados deben salir para hacer sonar la amonestación por los caminos y vallados. Insto a mis hermanos y hermanas a que no se ocupen en una obra que les impida proclamar el Evangelio de Cristo. Sois los voceros de Dios. Habéis de presentar la verdad con amor a las almas que perecen. "Ve por los, caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa", dice Cristo. ¿No señalan estas palabras con toda claridad la obra del colportor? Con Cristo en su corazón, ha de ir por todos los caminos de la vida, con una invitación a la cena de bodas. Vendrán hombres de riqueza e influencia, si son invitados. Algunos rechazarán, pero gracias a Dios, no todos.
Ojalá que millares más de nuestros hermanos tuvieran la comprensión del tiempo en que vivimos, y de la obra que ha de ser hecha en el campo, de casa en casa. Hay muchos, muchísimos que no conocen la verdad. Necesitan oír el llamado a acudir a Jesús. Los tristes han de ser alegrados, los débiles fortalecidos, los que están de duelo consolados. Ha de predicarse el Evangelio a los pobres.
El Señor conoce a sus obreros y vela sobre ellos, cualquiera sea el sector de la viña donde trabajen. El pide que su iglesia se levante y se dé cuenta de la situación. Pide que los que están en nuestras instituciones despierten y pongan en operación influencias que hagan progresar su reino. Envíense obreros al campo, y trátese luego de que el interés de estos obreros no flaquee por falta de simpatía y de oportunidades para su desarrollo ( Review and Herald , 2-6-1903).
Esparcid libros como hojas de otoño
Esta es una obra que debe ser hecha. El fin está cerca. Ya se ha perdido mucho tiempo. Estos libros ya deberían haber estado en circulación. Vendedlos lejos y cerca. Esparcidlos como las hojas de otoño. Esta obra ha de continuar sin que nadie la estorbe. Las almas están pereciendo lejos de Cristo. Sean ellas amonestadas acerca de su próximo aparecimiento en las nubes del cielo ( Id ., 13-8-1908).
Debe haber cien donde ahora hay uno
Las ovejas perdidas del redil de Dios están esparcidas por todos los lugares, y se está, descuidando la obra que debe ser hecha en su favor. Por la luz que me ha sido dada, sé que debiera haber cien colportores donde hay uno actualmente ( Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 533. Año 1900).
Seguridad de éxito
Puede hacerse una obra grande y buena con el colportaje evangélico. El Señor ha dado a los hombres tacto y capacidad. Los que usen para la gloria de él los talentos que se confió y entretejan con su vida los principios bíblicos, recibirán éxito. Hemos de trabajar, orar y poner nuestra confianza en Aquel que nunca fracasará ( Id ., pág. 555. Año 1900).
Noche tras noche me encuentro frente a la gente, siendo portadora de un testimonio muy positivo, rogándoles que estén bien despiertos, y que acometan la obra de hacer circular nuestras publicaciones ( Review and Herald , 30-4-1905).
El campo de colportaje necesita reclutas. Los que se empeñen en esta obra con el espíritu del Maestro hallarán entrada en los hogares de aquellos que necesitan la verdad. Pueden referirles la sencilla historia de la cruz, y Dios los fortalecerá y los bendecirá mientras conducen a otros a la luz. La justicia de Cristo los precede y la gloria de Dios es su retaguardia ( Id ., 16-6-1903).
Levantaos y brillad
No debe descuidarse por más tiempo la obra del colportaje. Muchas veces se me ha revelado que debe manifestarse un interés más extenso en nuestra obra de colportaje. La circulación de nuestras publicaciones es un medio muy importante para presentar a los hombres la luz que Dios le ha confiado a su iglesia para que la dé al mundo. Los libros que nuestros colportores venden revelan a muchas personas las riquezas inescrutables de Cristo.
En el servicio del Señor hay obras de muchas clases que deben realizarse. En el servicio del templo [de Israel] había grabadores en madera tanto como sacerdotes de varias categorías a quienes se les habían encargado diferentes responsabilidades. Les toca a nuestros miembros de iglesia levantarse y brillar, porque ha llegado su luz, y la gloria del Señor está sobre ellos. Despierten de su sueño los que conocen la verdad, y hagan todo esfuerzo para amonestar a la gente en el lugar donde están. No debemos descuidar por más tiempo la obra del Señor y hacerla secundaria a intereses mundanos. No tenemos tiempo para estar ociosos ni desanimados. Ha de proclamarse a todo el mundo el Evangelio. Han de circular por todo lugar las publicaciones que contienen la luz de la verdad presente. . . .
¿Por qué no estamos más despiertos? Cada obrero puede comprender ahora la obra especial que le incumbe y recibir fuerzas para emprenderla de nuevo. Manifestaciones claras y singulares de la gloria ilimitada de Dios traerán a los pies de Jesús ofrendas de homenaje de diversas clases. Cada nueva revelación del amor del Salvador hace que algún alma escoja seguir o el bien o el mal; porque el fin de todas las cosas es inminente. Los hombres del mundo se precipitan a su ruina. Sus designios y sus alianzas son numerosos. Siempre se introducirán nuevos ardides para anular los planes de Dios. Los hombres están amontonando tesoros de oro y plata que van a ser consumidos por los fuegos de los últimos días ( Id ., 2-6-1903).
El Señor llama a muchos
El año nuevo está delante de nosotros, y deben trazarse planes para realizar un esfuerzo fervoroso y perseverante en el servicio del Maestro. Hay mucho que hacer para impulsar la obra de Dios. Se me ha indicado que la obra del colportaje ha de revivir y ha de ser llevada adelante con éxito creciente. Es la obra del Señor, y los que la emprendan con fervor y diligencia recibirán una bendición ( Id ., 20-1-1903).
El Señor llama a muchos a ocuparse en la obra del colportaje. . . . Por causa de Cristo, hermanos y hermanas, aprovechad hasta el máximo las horas del nuevo año para hacer brillar ante la gente la preciosa luz de la verdad presente. El ángel del pacto está dotando a sus siervos del poder para que lleven la verdad a todas partes del mundo. Ha enviado a sus ángeles con el mensaje de misericordia; pero, como si no se apresuraran lo suficiente para satisfacer el amoroso anhelo de su corazón, colocan sobre cada miembro de su iglesia la responsabilidad de proclamar este mensaje. "El que oye, diga ven". Todo miembro de la iglesia ha de mostrar su lealtad invitando a los sedientos a beber del agua de la vida. Una cadena de testigos vivientes ha de llevar la invitación al mundo. ¿Realizarás tu parte en esta gran obra?
Cristo llama a muchos misioneros, tanto hombres como mujeres para que se consagren a Dios y estén dispuestos a gastar y ser gastados en su servicio. ¡Oh! ¿podemos dejar de recordar que existe un mundo por el cual trabajar? ¿No avanzaremos paso a paso permitiendo que Dios nos use como su mano ayudadora? ¿No nos colocaremos sobre el altar del servicio? Entonces, el amor de Cristo nos tocará y transformará, convirtiéndonos, por su causa, en personas dispuestas a trabajar con osadía ( Id ., 7-1-1903).
Muchas personas, tanto hombres como mujeres, pueden hacer una excelente obra colportando con libros que estén llenos de una instrucción directa y sencilla sobre la piedad práctica ( Manuscrito 81, 1900).
Un llamado a la juventud
El Señor llama a los jóvenes a trabajar como colportores y evangelistas, a realizar obra de casa en casa en lugares que aún no han escuchado la verdad. El se dirige a nuestros jóvenes diciendo: "Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios". Los que avancen en la obra bajo la dirección de Dios serán maravillosamente bendecidos. Aquellos que en esta vida hacen lo mejor que pueden obtendrán una idoneidad para la futura vida inmortal ( Id ., 16-5-1912).
Tenemos una obra que hacer. Educad, educad, educad a jóvenes para que se consagren al ministerio de la palabra. Educadlos para que lleguen a ser colportores, a fin de que vendan los libros que el Señor por su Espíritu ha impresionado las mentes a escribir. Este material de lectura será dado así a una numerosa clase de personas que nunca oiría la verdad a menos que fuera llevada hasta sus puertas. Esta es la obra del evangelista ( Carta 135, 1900).
Cristo pide que muchos jóvenes se ofrezcan voluntariamente para llevar luz al mundo. Se necesitan hombres de fibra moral, hombres que sean capaces de encontrar la obra que tengan a mano, porque la están buscando. La iglesia necesita nuevos hombres para comunicar energía a sus filas, hombres para estos tiempos, aptos para contender con sus errores, hombres que inspire un celo renovado a los desfallecientes esfuerzos de los pocos obreros, hombres cuyos corazones estén encendidos con el amor cristiano, y cuyas manos estén ávidas de realizar la tarea del Maestro ( Manual for Convassers , pág. 22. Año 1902).
Centenares han de salir
Quiera el Señor conmover a muchos de nuestros jóvenes para que entren en el campo del colportaje. Por medio de esta obra la verdad es presentada a millares que de otra manera no la oirían. El tiempo que tenemos para trabajar es breve. . . .
¿Por qué no existe una búsqueda más diligente del Señor, de manera que centenares de personas sean llenadas del Espíritu Santo y salgan a proclamar la verdad, "obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales" que seguirán? Nuestra comisión consiste en permitir que la luz brille por doquiera a través de la prensa. Por medio de la página impresa la luz alcanza a las personas aisladas, que no tienen la oportunidad de escuchar a los predicadores vivos. Esta es una obra misionera muy bendecida. Los colportores pueden ser la mano ayudadora del Señor, abriendo las puertas para que entre la verdad. . . .
Debemos despertar el celo y el fervor de los colportores, instándoles a que lleven la luz a los lugares tenebrosos de la tierra. No hay descanso para alguien que tenga talentos y capacidades. Se les pide que sean los instrumentos del Señor, que cooperen con el Señor Jesús para difundir la luz del cielo por este mundo entenebrecido por el pecado ( Carta 21, 1902).
Obreros de todas las iglesias
Dios llama a obreros de todas las iglesias para que entren en su servicio como colportores evangélicos. Dios ama a su iglesia. Si los miembros hacen su voluntad, si luchan por impartir la luz a los que están en tinieblas, él bendecirá grandemente sus esfuerzos. Representa a la iglesia como la luz del mundo. Por medio de su fiel servicio, una multitud de personas que ningún hombre puede contar llegarán a convertirse en hijos de Dios, aptos para la gloria eterna. Todos los sectores del dominio de Dios han de ser llenados con su gloria. ¿Qué está haciendo, pues, la iglesia para iluminar al mundo, para que en todas partes de la tierra se eleve hacia él un tributo de alabanza, oración y acción de gracias? ( Carta 124, 1902).
Cada creyente ha de ayudar
Esparza todo creyente folletos y libros que contengan el mensaje para este tiempo. Necesitamos colportores que salgan a hacer circular nuestras publicaciones por doquiera ( Review and Herald , 12-11-1903).
Hombres de las vocaciones comunes de la vida
En esta obra final del Evangelio hay un vasto campo que ocupar, y, más que nunca antes, la obra debe alistar ayudantes de entre el común del pueblo. Tanto jóvenes como mayores serán llamados del campo, del viñedo y del taller y enviados por el Maestro para dar su mensaje. Muchos de ellos habrán tenido pocas oportunidades para educarse, pero Cristo ve en ellos cualidades que los capacitarán para cumplir su propósito. Si hacen de corazón el trabajo y siguen aprendiendo, Cristo los capacitará para trabajar por él ( La Educación , pág. 262. Año 1903).
La bendición prometida por Dios
Hay una labor misionera que ha de ser hecha por medio de la distribución de folletos y periódicos y por el colportaje con nuestras publicaciones. Nadie de vosotros piense que no puede ocuparse en esta obra porque es abrumadora, y requiere tiempo y pensamiento. Si necesita tiempo, dedicadlo alegremente; y las bendiciones de Dios descansarán sobre vosotros. Nunca hubo un tiempo en que se necesitaran más obreros que ahora. Hay hermanos y hermanas en todas nuestras filas que deben disciplinarse para dedicarse a esta obra; algo debe hacerse en todas nuestras iglesias para esparcir la verdad. Es deber de todos estudiar los diversos puntos de nuestra fe, para que puedan estar preparados para dar razón de la esperanza que hay en ellos, con mansedumbre y reverencia ( Review and Herald , 1-4-1880).
Cristo os enseñará lo que debéis decir
Muchos están tristes y desanimados, débiles en fe y confianza. Hagan algo para ayudar a alguien más necesitado que ellos mismos y llegarán a ser fuertes en el poder de Dios. Ocúpense en la buena obra de vender nuestros libros. Así ayudarán a otros, y la experiencia obtenida les dará la seguridad de que son ayudadores de Dios. Al suplicar al Señor que los dirija, él los guiará a aquellos que buscan la luz. Cristo estará junto a ellos enseñándoles lo que deben decir y hacer. Al consolar a otros, ellos mismos serán consolados.
Los ángeles os acompañarán preparando el camino
Os ruego, queridos obreros cristianos, que hagáis lo que podáis para hacer circular los libros que el Señor ha dicho que deben sembrarse extensamente por todo el mundo. Haced cuanto podáis porque los compren todas las familias que sea posible. Pensad en la gran obra que podrá cumplirse si muchos creyentes se unieran en un esfuerzo por presentar a la gente, mediante la circulación de estos libros, la luz que el Señor ha declarado debe dársele. Bajo la dirección divina, avanzad en la obra y buscad la ayuda del Señor. El Espíritu Santo os acompañará. Los ángeles del cielo serán vuestros compañeros y prepararán el camino ( Id ., 7-1-1903).
La consagración que el Señor exige
Necesitamos colportores, evangelistas, ministros, que hayan recibido el Espíritu Santo, y que sean participantes de la naturaleza divina. Necesitamos obreros que sean capaces de hablar con Dios y después con el pueblo. Estoy alarmada al ver cuántas obstrucciones se presentan para distraer a los hombres de la obra evangélica, y así dificultar la obra de Dios. . . . Amonesto a todos los que deben estar en la obra del colportaje, haciendo circular los libros que tanto se necesitan por doquiera, a ser cuidadosos y a no desviarse de la obra que el Señor nos ha llamado a realizar. Que los hombres que Dios ha llamado a hacer obra evangélica no se enreden con las perplejidades de los negocios. Mantengan sus almas en la atmósfera más favorable a la espiritualidad. . . . Dios quiere que todo obrero que pretende creer en la verdad presente se consagre -en cuerpo, alma y espíritu- a la obra de tratar de salvar a las almas que perecen a su alrededor ( Manuscrito 44, 1903).
Colportores para las ciudades
Los libros que contienen la preciosa luz de la verdad presente y que yacen en los estantes de nuestras casas editoras deben hacerse circular. Se necesitan colportores que vayan a las grandes ciudades con estos libros. Al ir de casa en casa, encontrarán almas que están hambrientas de vida, a las cuales pueden hablar palabras oportunas. Se necesitan colportores que sientan una preocupación por las almas. Podéis decir: "Yo no soy pastor. No puedo predicar a la gente". No, podéis no ser aptos para predicar, pero podéis ministrar, podéis preguntar a las personas con quienes os encontráis si aman al Señor Jesús. Podéis ser evangelistas. Podéis ser la mano ayudadora de Dios, trabajando como lo hicieron los discípulos cuando Cristo los envió. Jóvenes, señoritas, el Maestro os llama a realizar su obra. Hay hambre en el campo por el Evangelio puro ( Manuscrito 113, 1901).
Obreros llamados a todas partes
Las cosas de este mundo han de perecer pronto. Esto no lo disciernen los que no han sido divinamente iluminados, los que no han mantenido el paso con la obra de Dios. Hombres y mujeres consagrados deben salir para hacer sonar la amonestación por los caminos y vallados. Insto a mis hermanos y hermanas a que no se ocupen en una obra que les impida proclamar el Evangelio de Cristo. Sois los voceros de Dios. Habéis de presentar la verdad con amor a las almas que perecen. "Ve por los, caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa", dice Cristo. ¿No señalan estas palabras con toda claridad la obra del colportor? Con Cristo en su corazón, ha de ir por todos los caminos de la vida, con una invitación a la cena de bodas. Vendrán hombres de riqueza e influencia, si son invitados. Algunos rechazarán, pero gracias a Dios, no todos.
Ojalá que millares más de nuestros hermanos tuvieran la comprensión del tiempo en que vivimos, y de la obra que ha de ser hecha en el campo, de casa en casa. Hay muchos, muchísimos que no conocen la verdad. Necesitan oír el llamado a acudir a Jesús. Los tristes han de ser alegrados, los débiles fortalecidos, los que están de duelo consolados. Ha de predicarse el Evangelio a los pobres.
El Señor conoce a sus obreros y vela sobre ellos, cualquiera sea el sector de la viña donde trabajen. El pide que su iglesia se levante y se dé cuenta de la situación. Pide que los que están en nuestras instituciones despierten y pongan en operación influencias que hagan progresar su reino. Envíense obreros al campo, y trátese luego de que el interés de estos obreros no flaquee por falta de simpatía y de oportunidades para su desarrollo ( Review and Herald , 2-6-1903).
Esparcid libros como hojas de otoño
Esta es una obra que debe ser hecha. El fin está cerca. Ya se ha perdido mucho tiempo. Estos libros ya deberían haber estado en circulación. Vendedlos lejos y cerca. Esparcidlos como las hojas de otoño. Esta obra ha de continuar sin que nadie la estorbe. Las almas están pereciendo lejos de Cristo. Sean ellas amonestadas acerca de su próximo aparecimiento en las nubes del cielo ( Id ., 13-8-1908).
Debe haber cien donde ahora hay uno
Las ovejas perdidas del redil de Dios están esparcidas por todos los lugares, y se está, descuidando la obra que debe ser hecha en su favor. Por la luz que me ha sido dada, sé que debiera haber cien colportores donde hay uno actualmente ( Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 533. Año 1900).
Seguridad de éxito
Puede hacerse una obra grande y buena con el colportaje evangélico. El Señor ha dado a los hombres tacto y capacidad. Los que usen para la gloria de él los talentos que se confió y entretejan con su vida los principios bíblicos, recibirán éxito. Hemos de trabajar, orar y poner nuestra confianza en Aquel que nunca fracasará ( Id ., pág. 555. Año 1900).
Elena G. de White
El Colportor Evangélico, capítulo 3