“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (…) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer lo creó” (Gn.1:26,27).
Los científicos y teólogos postmodernos, aseveran que el hombre es producto de la evolución. Una teoría iniciada desde la publicación del libro de Charles Darwin, Orígenes de las Especies (1844). Es sorprendente que personas inteligentes no se den cuenta de lo fantasioso que resulta esa teoría. Pero el mundo en que vivimos es así, prefiere creer en “cuentos de hadas” a creer en Dios. Le gusta creer que los muertos interceden por ellos al morir, en fin, tantas cosas.
Al creer que provienen de los primates, simplemente están diciendo: “No tenemos creador, somos el producto de una evolución, etc.” No obstante, esa idea se aleja en gran manera del concepto bíblico: “a imagen de Dios los creó”, ¡qué alegría es saber eso! Que a mí no me trajo la cigüeña, yo no soy producto de un mono, no soy producto de la evolución. Es bueno y grandioso saber que a mí me creó Dios, soy producto de sus manos.
Aquél que no entiende este asunto, será presa de la melancolía, de la ansiedad, del estrés de la vida. Un joven se acercó a mí después de una semana de oración en un colegio adventista, y me dijo: “todos mis amigos se burlan de mí, me avergüenza tener padres morenos, si tan solo hubiese nacido con otro color de piel… sería tan feliz.” El joven leía la Biblia , pero no entendía que era a imagen y semejanza de Jesús, de Dios mismo. La palabra imagen y semejanza no es lo mismo que igual. No somos igual a Dios pero tenemos rasgos que Dios en su amor nos concedió, somos su máxima y amada creación.
Hay tanta gente que vive lamentándose a causa de su estatura, peso, color de piel, condición social, nacionalidad. Soy de Perú, no es un país al cual la gente le gustaría vivir. Hay muchos peruanos que desearía vivir en otro país. Yo no, soy feliz porque entiendo que como Dios es mi creador, Él sabe porqué permitió que nazca en Perú. Quiere que haga una obra desde aquí. Recuerda eres de Dios. Él es tu creador, no eres producto de la evolución, eres obra de las manos de Dios.
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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