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Pacto Eterno...!!!

martes, 22 de noviembre de 2011

Un Llamamiento a Reclutar Colportores Evangélicos

Se piden reclutas

Noche tras noche me encuentro frente a la gente, siendo portadora de un testimonio muy positivo, rogándoles que estén bien despiertos, y que acometan la obra de hacer circular nuestras publicaciones ( Review and Herald , 30-4-1905).

El campo de colportaje necesita reclutas. Los que se empeñen en esta obra con el espíritu del Maestro hallarán entrada en los hogares de aquellos que necesitan la verdad. Pueden referirles la sencilla historia de la cruz, y Dios los fortalecerá y los bendecirá mientras conducen a otros a la luz. La justicia de Cristo los precede y la gloria de Dios es su retaguardia ( Id ., 16-6-1903).

Levantaos y brillad

No debe descuidarse por más tiempo la obra del colportaje. Muchas veces se me ha revelado que debe manifestarse un interés más extenso en nuestra obra de colportaje. La circulación de nuestras publicaciones es un medio muy importante para presentar a los hombres la luz que Dios le ha confiado a su iglesia para que la dé al mundo. Los libros que nuestros colportores venden revelan a muchas personas las riquezas inescrutables de Cristo.

En el servicio del Señor hay obras de muchas clases que deben realizarse. En el servicio del templo [de Israel] había grabadores en madera tanto como sacerdotes de varias categorías a quienes se les habían encargado diferentes responsabilidades. Les toca a nuestros miembros de iglesia levantarse y brillar, porque ha llegado su luz, y la gloria del Señor está sobre ellos. Despierten de su sueño los que conocen la verdad, y hagan todo esfuerzo para amonestar a la gente en el lugar donde están. No debemos descuidar por más tiempo la obra del Señor y hacerla secundaria a intereses mundanos. No tenemos tiempo para estar ociosos ni desanimados. Ha de proclamarse a todo el mundo el Evangelio. Han de circular por todo lugar las publicaciones que contienen la luz de la verdad presente. . . .

¿Por qué no estamos más despiertos? Cada obrero puede comprender ahora la obra especial que le incumbe y recibir fuerzas para emprenderla de nuevo. Manifestaciones claras y singulares de la gloria ilimitada de Dios traerán a los pies de Jesús ofrendas de homenaje de diversas clases. Cada nueva revelación del amor del Salvador hace que algún alma escoja seguir o el bien o el mal; porque el fin de todas las cosas es inminente. Los hombres del mundo se precipitan a su ruina. Sus designios y sus alianzas son numerosos. Siempre se introducirán nuevos ardides para anular los planes de Dios. Los hombres están amontonando tesoros de oro y plata que van a ser consumidos por los fuegos de los últimos días ( Id ., 2-6-1903).

El Señor llama a muchos

El año nuevo está delante de nosotros, y deben trazarse planes para realizar un esfuerzo fervoroso y perseverante en el servicio del Maestro. Hay mucho que hacer para impulsar la obra de Dios. Se me ha indicado que la obra del colportaje ha de revivir y ha de ser llevada adelante con éxito creciente. Es la obra del Señor, y los que la emprendan con fervor y diligencia recibirán una bendición ( Id ., 20-1-1903).

El Señor llama a muchos a ocuparse en la obra del colportaje. . . . Por causa de Cristo, hermanos y hermanas, aprovechad hasta el máximo las horas del nuevo año para hacer brillar ante la gente la preciosa luz de la verdad presente. El ángel del pacto está dotando a sus siervos del poder para que lleven la verdad a todas partes del mundo. Ha enviado a sus ángeles con el mensaje de misericordia; pero, como si no se apresuraran lo suficiente para satisfacer el amoroso anhelo de su corazón, colocan sobre cada miembro de su iglesia la responsabilidad de proclamar este mensaje. "El que oye, diga ven". Todo miembro de la iglesia ha de mostrar su lealtad invitando a los sedientos a beber del agua de la vida. Una cadena de testigos vivientes ha de llevar la invitación al mundo. ¿Realizarás tu parte en esta gran obra?

Cristo llama a muchos misioneros, tanto hombres como mujeres para que se consagren a Dios y estén dispuestos a gastar y ser gastados en su servicio. ¡Oh! ¿podemos dejar de recordar que existe un mundo por el cual trabajar? ¿No avanzaremos paso a paso permitiendo que Dios nos use como su mano ayudadora? ¿No nos colocaremos sobre el altar del servicio? Entonces, el amor de Cristo nos tocará y transformará, convirtiéndonos, por su causa, en personas dispuestas a trabajar con osadía ( Id ., 7-1-1903).

Muchas personas, tanto hombres como mujeres, pueden hacer una excelente obra colportando con libros que estén llenos de una instrucción directa y sencilla sobre la piedad práctica ( Manuscrito 81, 1900).

Un llamado a la juventud

El Señor llama a los jóvenes a trabajar como colportores y evangelistas, a realizar obra de casa en casa en lugares que aún no han escuchado la verdad. El se dirige a nuestros jóvenes diciendo: "Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios". Los que avancen en la obra bajo la dirección de Dios serán maravillosamente bendecidos. Aquellos que en esta vida hacen lo mejor que pueden obtendrán una idoneidad para la futura vida inmortal ( Id ., 16-5-1912).

Tenemos una obra que hacer. Educad, educad, educad a jóvenes para que se consagren al ministerio de la palabra. Educadlos para que lleguen a ser colportores, a fin de que vendan los libros que el Señor por su Espíritu ha impresionado las mentes a escribir. Este material de lectura será dado así a una numerosa clase de personas que nunca oiría la verdad a menos que fuera llevada hasta sus puertas. Esta es la obra del evangelista ( Carta 135, 1900).

Cristo pide que muchos jóvenes se ofrezcan voluntariamente para llevar luz al mundo. Se necesitan hombres de fibra moral, hombres que sean capaces de encontrar la obra que tengan a mano, porque la están buscando. La iglesia necesita nuevos hombres para comunicar energía a sus filas, hombres para estos tiempos, aptos para contender con sus errores, hombres que inspire un celo renovado a los desfallecientes esfuerzos de los pocos obreros, hombres cuyos corazones estén encendidos con el amor cristiano, y cuyas manos estén ávidas de realizar la tarea del Maestro ( Manual for Convassers , pág. 22. Año 1902).

Centenares han de salir

Quiera el Señor conmover a muchos de nuestros jóvenes para que entren en el campo del colportaje. Por medio de esta obra la verdad es presentada a millares que de otra manera no la oirían. El tiempo que tenemos para trabajar es breve. . . .

¿Por qué no existe una búsqueda más diligente del Señor, de manera que centenares de personas sean llenadas del Espíritu Santo y salgan a proclamar la verdad, "obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales" que seguirán? Nuestra comisión consiste en permitir que la luz brille por doquiera a través de la prensa. Por medio de la página impresa la luz alcanza a las personas aisladas, que no tienen la oportunidad de escuchar a los predicadores vivos. Esta es una obra misionera muy bendecida. Los colportores pueden ser la mano ayudadora del Señor, abriendo las puertas para que entre la verdad. . . .

Debemos despertar el celo y el fervor de los colportores, instándoles a que lleven la luz a los lugares tenebrosos de la tierra. No hay descanso para alguien que tenga talentos y capacidades. Se les pide que sean los instrumentos del Señor, que cooperen con el Señor Jesús para difundir la luz del cielo por este mundo entenebrecido por el pecado ( Carta 21, 1902).

Obreros de todas las iglesias

Dios llama a obreros de todas las iglesias para que entren en su servicio como colportores evangélicos. Dios ama a su iglesia. Si los miembros hacen su voluntad, si luchan por impartir la luz a los que están en tinieblas, él bendecirá grandemente sus esfuerzos. Representa a la iglesia como la luz del mundo. Por medio de su fiel servicio, una multitud de personas que ningún hombre puede contar llegarán a convertirse en hijos de Dios, aptos para la gloria eterna. Todos los sectores del dominio de Dios han de ser llenados con su gloria. ¿Qué está haciendo, pues, la iglesia para iluminar al mundo, para que en todas partes de la tierra se eleve hacia él un tributo de alabanza, oración y acción de gracias? ( Carta 124, 1902).

Cada creyente ha de ayudar

Esparza todo creyente folletos y libros que contengan el mensaje para este tiempo. Necesitamos colportores que salgan a hacer circular nuestras publicaciones por doquiera ( Review and Herald , 12-11-1903).

Hombres de las vocaciones comunes de la vida

En esta obra final del Evangelio hay un vasto campo que ocupar, y, más que nunca antes, la obra debe alistar ayudantes de entre el común del pueblo. Tanto jóvenes como mayores serán llamados del campo, del viñedo y del taller y enviados por el Maestro para dar su mensaje. Muchos de ellos habrán tenido pocas oportunidades para educarse, pero Cristo ve en ellos cualidades que los capacitarán para cumplir su propósito. Si hacen de corazón el trabajo y siguen aprendiendo, Cristo los capacitará para trabajar por él ( La Educación , pág. 262. Año 1903).

La bendición prometida por Dios

Hay una labor misionera que ha de ser hecha por medio de la distribución de folletos y periódicos y por el colportaje con nuestras publicaciones. Nadie de vosotros piense que no puede ocuparse en esta obra porque es abrumadora, y requiere tiempo y pensamiento. Si necesita tiempo, dedicadlo alegremente; y las bendiciones de Dios descansarán sobre vosotros. Nunca hubo un tiempo en que se necesitaran más obreros que ahora. Hay hermanos y hermanas en todas nuestras filas que deben disciplinarse para dedicarse a esta obra; algo debe hacerse en todas nuestras iglesias para esparcir la verdad. Es deber de todos estudiar los diversos puntos de nuestra fe, para que puedan estar preparados para dar razón de la esperanza que hay en ellos, con mansedumbre y reverencia ( Review and Herald , 1-4-1880).

Cristo os enseñará lo que debéis decir

Muchos están tristes y desanimados, débiles en fe y confianza. Hagan algo para ayudar a alguien más necesitado que ellos mismos y llegarán a ser fuertes en el poder de Dios. Ocúpense en la buena obra de vender nuestros libros. Así ayudarán a otros, y la experiencia obtenida les dará la seguridad de que son ayudadores de Dios. Al suplicar al Señor que los dirija, él los guiará a aquellos que buscan la luz. Cristo estará junto a ellos enseñándoles lo que deben decir y hacer. Al consolar a otros, ellos mismos serán consolados.

Los ángeles os acompañarán preparando el camino

Os ruego, queridos obreros cristianos, que hagáis lo que podáis para hacer circular los libros que el Señor ha dicho que deben sembrarse extensamente por todo el mundo. Haced cuanto podáis porque los compren todas las familias que sea posible. Pensad en la gran obra que podrá cumplirse si muchos creyentes se unieran en un esfuerzo por presentar a la gente, mediante la circulación de estos libros, la luz que el Señor ha declarado debe dársele. Bajo la dirección divina, avanzad en la obra y buscad la ayuda del Señor. El Espíritu Santo os acompañará. Los ángeles del cielo serán vuestros compañeros y prepararán el camino ( Id ., 7-1-1903).

La consagración que el Señor exige

Necesitamos colportores, evangelistas, ministros, que hayan recibido el Espíritu Santo, y que sean participantes de la naturaleza divina. Necesitamos obreros que sean capaces de hablar con Dios y después con el pueblo. Estoy alarmada al ver cuántas obstrucciones se presentan para distraer a los hombres de la obra evangélica, y así dificultar la obra de Dios. . . . Amonesto a todos los que deben estar en la obra del colportaje, haciendo circular los libros que tanto se necesitan por doquiera, a ser cuidadosos y a no desviarse de la obra que el Señor nos ha llamado a realizar. Que los hombres que Dios ha llamado a hacer obra evangélica no se enreden con las perplejidades de los negocios. Mantengan sus almas en la atmósfera más favorable a la espiritualidad. . . . Dios quiere que todo obrero que pretende creer en la verdad presente se consagre -en cuerpo, alma y espíritu- a la obra de tratar de salvar a las almas que perecen a su alrededor ( Manuscrito 44, 1903).

Colportores para las ciudades

Los libros que contienen la preciosa luz de la verdad presente y que yacen en los estantes de nuestras casas editoras deben hacerse circular. Se necesitan colportores que vayan a las grandes ciudades con estos libros. Al ir de casa en casa, encontrarán almas que están hambrientas de vida, a las cuales pueden hablar palabras oportunas. Se necesitan colportores que sientan una preocupación por las almas. Podéis decir: "Yo no soy pastor. No puedo predicar a la gente". No, podéis no ser aptos para predicar, pero podéis ministrar, podéis preguntar a las personas con quienes os encontráis si aman al Señor Jesús. Podéis ser evangelistas. Podéis ser la mano ayudadora de Dios, trabajando como lo hicieron los discípulos cuando Cristo los envió. Jóvenes, señoritas, el Maestro os llama a realizar su obra. Hay hambre en el campo por el Evangelio puro ( Manuscrito 113, 1901).

Obreros llamados a todas partes

Las cosas de este mundo han de perecer pronto. Esto no lo disciernen los que no han sido divinamente iluminados, los que no han mantenido el paso con la obra de Dios. Hombres y mujeres consagrados deben salir para hacer sonar la amonestación por los caminos y vallados. Insto a mis hermanos y hermanas a que no se ocupen en una obra que les impida proclamar el Evangelio de Cristo. Sois los voceros de Dios. Habéis de presentar la verdad con amor a las almas que perecen. "Ve por los, caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa", dice Cristo. ¿No señalan estas palabras con toda claridad la obra del colportor? Con Cristo en su corazón, ha de ir por todos los caminos de la vida, con una invitación a la cena de bodas. Vendrán hombres de riqueza e influencia, si son invitados. Algunos rechazarán, pero gracias a Dios, no todos.

Ojalá que millares más de nuestros hermanos tuvieran la comprensión del tiempo en que vivimos, y de la obra que ha de ser hecha en el campo, de casa en casa. Hay muchos, muchísimos que no conocen la verdad. Necesitan oír el llamado a acudir a Jesús. Los tristes han de ser alegrados, los débiles fortalecidos, los que están de duelo consolados. Ha de predicarse el Evangelio a los pobres.

El Señor conoce a sus obreros y vela sobre ellos, cualquiera sea el sector de la viña donde trabajen. El pide que su iglesia se levante y se dé cuenta de la situación. Pide que los que están en nuestras instituciones despierten y pongan en operación influencias que hagan progresar su reino. Envíense obreros al campo, y trátese luego de que el interés de estos obreros no flaquee por falta de simpatía y de oportunidades para su desarrollo ( Review and Herald , 2-6-1903).

Esparcid libros como hojas de otoño

Esta es una obra que debe ser hecha. El fin está cerca. Ya se ha perdido mucho tiempo. Estos libros ya deberían haber estado en circulación. Vendedlos lejos y cerca. Esparcidlos como las hojas de otoño. Esta obra ha de continuar sin que nadie la estorbe. Las almas están pereciendo lejos de Cristo. Sean ellas amonestadas acerca de su próximo aparecimiento en las nubes del cielo ( Id ., 13-8-1908).

Debe haber cien donde ahora hay uno

Las ovejas perdidas del redil de Dios están esparcidas por todos los lugares, y se está, descuidando la obra que debe ser hecha en su favor. Por la luz que me ha sido dada, sé que debiera haber cien colportores donde hay uno actualmente ( Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 533. Año 1900).

Seguridad de éxito

Puede hacerse una obra grande y buena con el colportaje evangélico. El Señor ha dado a los hombres tacto y capacidad. Los que usen para la gloria de él los talentos que se confió y entretejan con su vida los principios bíblicos, recibirán éxito. Hemos de trabajar, orar y poner nuestra confianza en Aquel que nunca fracasará ( Id ., pág. 555. Año 1900).


Elena G. de White
El Colportor Evangélico, capítulo 3

jueves, 10 de noviembre de 2011

Una Obra de Primera Importancia





Un ministerio de éxito para salvar almas 

Debidamente desempeñada, la obra del colportor es una obra misionera del más elevado carácter, y para presentar a las gentes las verdades importantes para nuestros tiempos no se puede emplear método mejor y más afortunado. No se puede negar la importancia de la predicación, pero muchos que están hambrientos del pan de la vida no tienen el privilegio de oír la palabra de los ministros delegados por Dios. Por lo tanto es esencial que nuestras publicaciones sean esparcidas por todas partes. De esta manera llegará el mensaje donde el ministro no puede ir, y la atención de muchos será llamada a los importantes sucesos relacionados con las últimas escenas de la historia de este mundo. 

Dios ha ordenado el colportaje como un medio de presentar a la gente la luz contenida en nuestros libros, y los colportores deben comprender cuán indispensable es presentar al mundo tan pronto como sea posible los libros necesarios para su educación e ilustración espirituales. Esta es en verdad la obra que el Señor quiere que su pueblo haga en este tiempo. Todos los que se consagran a Dios para trabajar como colportores están ayudando a dar el último mensaje de amonestación al mundo. No podemos estimar demasiado altamente esta obra; porque si no fuese por los esfuerzos del colportor, muchos no oirían nunca la amonestación ( Joyas de los Testimonios , tomo 2, pág. 532. Año 1900). 

Una obra de la mayor importancia 

Si hay una obra más importante que otra, es la de presentar al público nuestras publicaciones, induciéndolo así a escudriñar las Escrituras. La obra misionera -que consiste en introducir nuestras publicaciones en el seno de las familias, conversar y orar con ellas-, es una obra buena que instruirá a los hombres y mujeres acerca de cómo realizar la labor pastoral ( Testimonies , tomo 4, pág. 390. Año 1880). 

Cuando los miembros de la iglesia se den cuenta de la importancia de la circulación de nuestras publicaciones, dedicarán más tiempo a esta obra. Las revistas, los folletos y los libros serán colocados en los hogares de la gente, para predicar el Evangelio en sus diversos aspectos. . . . La iglesia debe dar atención a la obra del colportaje. Esta es una de las formas en que debe brillar en el mundo. Entonces será "hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden" ( Manuscrito 113, 1901). 

Un llamamiento a revivir el interés 

Se me recuerda constantemente la importancia del colportaje. Últimamente no se le ha infundido a esta obra la vida que le dieron una vez los agentes que hicieron de ella su especialidad. Se sacó a los colportores de su obra evangelizadora para que se dedicasen a otros trabajos. Esto no es como debiera ser. Muchos de nuestros colportores, si estuviesen verdaderamente convertidos y consagrados, podrían hacer más en este ramo que en cualquier otro en cuanto a presentar a la gente la verdad para este tiempo. 

La Palabra de Dios nos muestra que el fin se acerca. Hay que amonestar al mundo, y como nunca antes debemos trabajar para Cristo. Se nos ha confiado la obra de amonestación. Debemos ser conductos de luz para el mundo e impartir a otros la luz que recibimos del gran Portaluz. Serán probadas las palabras y las obras de todos los hombres. No nos rezaguemos ahora. Lo que debe hacerse para amonestar al mundo se ha de hacer sin dilación. No se deje languidecer la obra del colportaje. Preséntense a tantas personas como se pueda los libros que contienen la luz sobre la verdad presente ( Joyas de los Testimonios , tomo 2, pág. 545. Año 1900). 

Iguala en importancia al ministerio 

Los colportores han de salir a hacer su obra en las diversas partes del país. La importancia de esta obra se equipara plenamente 19 a la del ministerio. El predicador vivo y el mensajero silencioso se necesitan por igual para la realización de la gran tarea que afrontamos ( Review and Herald , 1-4-1880). 

El trabajo de colportar con nuestras publicaciones constituye una rama muy importante y provechosa de la obra evangélica. Nuestras publicaciones pueden ir a lugares donde no se pueden realizar reuniones. En tales sitios el fiel colportor evangélico ocupa el lugar del predicador vivo. Por medio de la obra del colportaje se presenta la verdad a miles de personas que de otra manera nunca la podrían oír ( Id ., 7-10-1902). 

No tenemos tiempo que perder. Hay una obra importante delante de nosotros, y si somos siervos perezosos perderemos ciertamente la recompensa celestial. Pero pocos son los que tienen una visión amplia y extensa de lo que puede realizarse para alcanzar a la gente por medio de esfuerzos personales e interesados en una sabia distribución de nuestras publicaciones. Muchos que no serían inducidos a escuchar la verdad presentada por el predicador vivo, aceptarán un folleto o una revista y lo leerán con cuidado; muchas de las cosas que leen concuerdan exactamente con sus ideas, y así se interesan en leer todo lo que contiene ( Id ., 19-12-1878). 

Para comprender nuestra responsabilidad 

Existe el peligro de que nos dejemos invadir por un espíritu de mercantilismo y absorber tanto en los negocios terrenales, que las verdades de la Palabra de Dios no se manifiesten en nuestra vida. El amor de los negocios y de la ganancia se vuelve siempre más dominante. Hermanos míos, sean vuestras almas realmente convertidas. Si hubo alguna vez un tiempo en que fuese necesario comprender nuestra responsabilidad, es ahora, cuando la verdad está caída en la calle y la rectitud no puede entrar. Satanás ha bajado teniendo gran poder, para obrar con todas las seducciones de injusticia en aquellos que perecen; y todo lo que es susceptible de ser removido lo será; solamente subsistirán aquellas cosas que no puedan serlo. El Señor vendrá; estamos entrando en escenas de calamidades. Los agentes de Satanás aunque invisibles, se esfuerzan por destruir las vidas humanas. Pero si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, contemplaremos su gracia y su salvación. El Señor viene para establecer su reino sobre la tierra. Que nuestras lenguas sean santificadas y empleadas para su gloria. Trabajemos ahora como no lo hicimos nunca. Somos exhortados a instar "a tiempo y fuera de tiempo" (2 Tim. 4: 2). Debemos crear oportunidades para la presentación de la verdad, y aprovechar toda ocasión que se nos presente para atraer las almas al Salvador. 

Como pueblo, debemos volver a convertirnos, de manera que nuestra vida santificada anuncie la verdad tal cuál es en Jesús. Al mismo tiempo que repartimos nuestras publicaciones, podemos, con el corazón ardiente y palpitante, hablar del amor del Salvador. Sólo Dios, puede perdonar los pecados; si no comunicamos este mensaje a los inconversos, nuestra negligencia puede implicar su perdición. . . . El Señor nos pide a todos que nos esforcemos para salvar las almas que perecen. Satanás está obrando; procura seducir aun a los mismos escogidos; ahora es el momento de trabajar con vigilancia. Debe darse publicidad a nuestras libros y periódicos; el Evangelio de la verdad presente debe ser dado sin tardanza a nuestras ciudades. ¿Cumpliremos con nuestro deber? ( Joyas de los Testimonios , tomo 3, págs. 312, 313. Año 1909). 

La obra de Dios 

Recuerde el colportor que tiene la oportunidad de sembrar junto a todas las aguas. Recuerde, mientras vende los libros que dan el conocimiento de la verdad, que está haciendo la obra de Dios, y que todo talento debe ser empleado para gloria de su nombre. Dios estará con todo aquel que trata de conocer la verdad a fin de poderla presentar a otros claramente. Dios ha hablado con sencillez y claridad; "Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga" (Apoc. 22:17). Sin tardanza debemos instruir a aquellos que lo necesitan, a fin de que sean llevados al conocimiento de la verdad tal como es en Jesús ( Id ., tomo 2, pág. 533. Año 1900). 

Atalayas y mensajeros 

Ha llegado el tiempo en que los colportores deben hacer una gran obra. El mundo está dormido y, como atalayas, ellos han de hacer repercutir la amonestación para despertar a los que duermen a fin de que conozcan su peligro. Las iglesias no conocen el tiempo de su visitación. Con frecuencia la mejor manera en que pueden aprender la verdad, es por medio de los esfuerzos del colportor. Los que salen en nombre del Señor son sus mensajeros para dar a las multitudes que están en las tinieblas y el error las gratas nuevas de la salvación en Cristo en obediencia a la ley de Dios ( Id ., pág. 534. Año 1900). 

Verán almas convertidas 

Salgan los colportores con la Palabra del Señor, recordando que los que obedecen los mandamientos y enseñan a otros a obedecerlos serán recompensados al ver las almas convertirse; y un alma verdaderamente convertida traerá otras a Cristo. Así entrará la obra en nuevos territorios ( Ibid . Año 1900). 

Mientras dure el tiempo de gracia 

Mientras dure el tiempo de gracia, habrá oportunidad para que el colportor trabaje. Cuando las denominaciones religiosas se unan con el papado para oprimir al pueblo de Dios, lugares donde existe libertad religiosa serán abiertos por medio del colportaje evangélico. Si en un lugar la persecución se hace severa, procedan los obreros como Cristo enseñó. "Mas cuando os persiguieron en esta ciudad, huid a la otra". Si la persecución llega allí, id aun a otro lugar. Dios guiará a sus hijos, convirtiéndolos en una bendición en muchos lugares. Si no fuera por la persecución no estarían tan ampliamente esparcidos para proclamar la verdad. Y Cristo declara: "No acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre" (Mat. 10: 23). Hasta que en los cielos se proclame el decreto, "Hecho es", siempre habrá lugares para trabajar, y corazones que reciban el mensaje ( Testimonies , tomo 6, pág. 478. Año 1900). 

Hay una gran obra que hacer, y debe realizarse todo esfuerzo posible para revelar a Cristo como el Salvador que perdona el pecado, Cristo como el que carga con el pecado, Cristo como la brillante estrella matutina; y el Señor nos dará favor ante el mundo hasta que la obra esté terminada ( Id ., págs. 20, 21. Año 1900). 

No existe obra superior 

No hay otra obra superior a la del colportaje evangélico, pues ella envuelve el cumplimiento de los deberes morales más importantes. Los que toman parte en ella necesitan estar siempre bajo la influencia del Espíritu de Dios. No hay que ensalzarse a sí mismo. ¿Qué es lo que tiene cualquiera de nosotros que no lo haya recibido de Cristo? Debemos amarnos como hermanos, revelando nuestro amor al ayudarnos unos a otros. Debemos ser misericordiosos y corteses. Debemos juntarnos más, trabajando mano a mano. Sólo los que viven en armonía con la oración de Cristo, actuando en conformidad con ella en la vida práctica, podrán soportar la prueba que vendrá sobre todo el mundo. Los que se exaltan a sí mismos se ponen bajo el poder de Satanás, y se preparan para ser víctimas de sus engaños. La palabra del Señor a su pueblo es que hemos de levantar la bandera alto y más alto. Si obedecemos a su voz, él obrará con nosotros y nuestros esfuerzos serán coronados de buen éxito. En nuestra obra recibiremos ricas bendiciones de lo alto y almacenaremos tesoros junto al trono de Dios. Si sólo supiéramos lo que nos espera en el camino no nos mostraríamos tan apáticos en la obra del Señor. 

Estamos en el tiempo del zarandeo, el tiempo en que lo que pueda sacudirse será sacudido. El Señor no disculpará a los que conocen la verdad, si no obedecen su mandato en palabra y obra. Si no nos esforzamos por llevar almas a Cristo, nos hará responsables de la obra que hubiéramos podido hacer y que descuidarnos por causa de nuestra indolencia espiritual. Los que pertenecen al reino del Señor han de trabajar con celo para ganar almas. Han de hacer lo que puedan para restaurar la ley y sellarla entre los discípulos. 

El Señor quiere que la luz que derramó sobre las Escrituras resplandezca en rayos claros y brillantes; y es deber de nuestros colportores hacer un esfuerzo enérgico y concertado para que se cumpla el designio de Dios. Nos espera una obra grande e importante. El enemigo de las almas lo comprende y está empleando todo medio de que dispone para inducir al colportor a emprender algún otro ramo de trabajo. Debe cambiarse este orden de cosas. 

Dios invita a los colportores a que vuelvan a su trabajo. Pide voluntarios que dediquen todas sus energías y entendimiento a la obra y ayuden dondequiera que haya oportunidad. El Maestro invita a cada uno a hacer según su capacidad la parte que le ha sido confiada. ¿Quiénes responderán al llamamiento? ¿Quiénes saldrán, henchidos de sabiduría, gracia y amor a Cristo, a trabajar en favor de los que están cerca y lejos? ¿Quiénes sacrificarán la comodidad y el placer, y penetrarán en los lugares donde reina el error, la superstición y las tinieblas, para obrar con fervor y perseverancia, presentar la verdad con sencillez, orar con fe y trabajar de casa en casa? ¿Quiénes saldrán en este tiempo fuera del campamento, dotados del poder del Espíritu Santo, para soportar oprobio por amor a Cristo, explicar las Escrituras a la gente y llamarla al arrepentimiento? 

Dios tiene obreros en toda época. Satisface la demanda de la hora con la llegada del hombre apropiado. Cuando clame la voz divina: "¿A quién enviaré, y quién nos irá?" "llegará la respuesta: "Heme aquí, envíame a mí" (Isa. 6: 8). Todos los que trabajan eficazmente en el colportaje deben sentir en su corazón que están haciendo la obra de Dios al ministrar a las almas que no conocen la verdad para este tiempo. Están proclamando la nota de advertencia en los caminos y los vallados, a fin de preparar un pueblo para el gran día del Señor, que pronto ha de sobrecoger al mundo. 

No tenemos tiempo que perder. Debemos alentar esta obra. ¿Quiénes saldrán ahora con nuestras publicaciones? El Señor imparte idoneidad para la obra a todo hombre y mujer que quiera cooperar con el poder divino. Obtendrán todo el talento, el valor, la perseverancia, la fe y el tacto que requieren, cuando se pongan la armadura. Debe hacerse una gran obra en nuestro mundo, y los agentes humanos responderán ciertamente a la demanda. El mundo debe oír la amonestación. Cuando llegue la invitación: "¿A quién enviaré, y quién nos irá?" contestad en forma clara y distinta: "Heme aquí, envíame a mí" ( Joyas de los Testimonios , tomo 2, págs. 548, 549. Año 1900). 

Comentarios de espectadores descuidados 

Los espectadores negligentes no aprecian tal vez nuestro trabajo ni ven su importancia. Tal vez piensen que es un negocio que reporta pérdidas, una vida de labor ingrata y sacrificio propio. Pero el siervo de Jesús la ve de acuerdo con la luz que brilla de la cruz. Su sacrificio le parece pequeño en comparación con el de su bendito Maestro, y se alegra de seguir en sus pisadas. El éxito de su labor le proporciona el gozo más puro, y es la más rica recompensa de una vida de trabajo paciente ( Id ., pág. 556. Año 1900). 

No hay tiempo que perder 

La obra del colportaje es una obra de gran responsabilidad, y significa mucho para los hombres y mujeres que se ocupan en ella. Vivimos en un tiempo en que hay una gran obra que hacer, ¿y qué mejor oportunidad podremos tener de proclamar la invitación a la cena que Cristo ha preparado? Los que en este tiempo emprendan la obra del colportaje con fervor y consagración serán grandemente bendecidos. No tenéis tiempo que perder. Consagraos voluntaria y abnegadamente a la realización, de esta obra. Recordad que es evangélica en su naturaleza, y que ayuda a dar la amonestación que se necesita grandemente ( Manuscrito 113, 1901). 

Por




Elena G. de White
El Colportor Evangélico, capítulo 2

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nuestras Publicaciones y su Misión



"Has de empezar a Imprimir" 

En la reunión realizada en Dorchester, Massachusetts, en noviembre de 1848, recibí una visión referente a la proclamación del mensaje del sellamiento y al deber de los hermanos de publicar la luz que brillaba en nuestro sendero. 

Después de salir de la visión, le dije a mi esposo: "Tengo un mensaje para ti. Has de comenzar a imprimir un pequeño periódico y enviarlo a la gente. Será pequeño al comienzo; pero a medida que la gente lea, te enviará medios con los cuales imprimir; y será un éxito desde el mismo principio. Se me ha mostrado que desde este pequeño comienzo saldrán rayos de luz que han de circuir el globo" ( Life Sketches , pág. 125. Año 1915). 


Haced que la verdad sea clara y sencilla 


Nuestras publicaciones tienen que realizar una obra muy sagrada y presentar en forma clara, sencilla y llana la base espiritual de nuestra fe. Por doquiera la gente hace sus decisiones; todos están tomando posiciones, o bajo el estandarte de la verdad y la justicia, o bajo el estandarte de las potencias apóstatas que están contendiendo por la supremacía. En este tiempo se ha de dar al mundo el mensaje de Dios con tanto énfasis y poder que la gente se vea frente a frente con la verdad, y deba decidir con su mente y su corazón. Debe ser inducida a ver la superioridad de la verdad sobre los múltiples errores que procuran atraer la atención y suplantar, si fuese posible, la Palabra de Dios para este tiempo solemne. 

El gran objeto de nuestras publicaciones es ensalzar a Dios, llamar la atención de los hombres a las verdades vivas de su Palabra. Dios nos invita a enarbolar, no nuestro propio estandarte, no el estandarte de este mundo, sino el de la verdad ( Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 151, 152. Año 1902). 


Publicad la luz y la verdad 


En la noche del 2 de marzo de 1907, muchas cosas me fueron reveladas en cuanto al valor de nuestras publicaciones que contienen la verdad presente, y la poca diligencia de nuestros hermanos y hermanas en asegurarles una amplia difusión. 

Me fue mostrado en repetidas ocasiones que nuestras prensas debieran estar continuamente ocupadas en publicar la luz y la verdad. El tiempo actual es un tiempo de tinieblas espirituales para las iglesias del mundo. La ignorancia de las cosas divinas ha encubierto a Dios y la verdad de la vista de los hombres. Las fuerzas del mal se congregan y fortalecen. Satanás promete a sus asociados que hará una obra que seducirá al mundo entero. Mientras que la actividad de la iglesia es sólo parcial, Satanás y sus ejércitos están desplegando una actividad intensa. Las iglesias seudocristianas están muy lejos de haber convertido al mundo, pues ellas mismas se han dejado corromper por el egoísmo y el orgullo; y necesitan experimentar el poder regenerador de Dios en su seno antes de poder guiar a otros hacia un ideal más elevado y más puro ( Id ., pág. 315. Año 1909). 


Medios para dar el mensaje con rapidez 


La obra con nuestros libros debe constituir el medio de dar rápidamente la sagrada luz de la verdad presente al mundo. Las publicaciones que salen de nuestras prensas hoy, han de ser de tal carácter que fortalezcan cada estaca y cada pilar de la fe que fue establecida por la Palabra de Dios y por las revelaciones de su Espíritu. 

La verdad que Dios ha dado para su pueblo en estos últimos días debe mantener a sus hijos firmes cuando vengan a su iglesia personas que presenten falsas teorías. La verdad que ha permanecido firme contra los ataques del enemigo durante más de medio siglo debe continuar siendo la confianza y el consuelo del pueblo de Dios. 

La evidencia que podemos dar, ante los que no profesan la religión, de que tenemos la verdad de la Palabra de Dios, consistirá en una vida de estricta abnegación. No hemos de hacer una burla de nuestra fe, sino que debemos tener siempre delante de nosotros el ejemplo de Aquel que, aunque era príncipe del cielo, descendió a una vida de abnegación y sacrificio para vindicar la justicia de la palabra de su Padre. Resolvamos cada uno de nosotros hacer lo mejor que nos sea posible, a fin de que la luz de nuestras buenas obras brille ante el mundo ( Testimonies , tomo 9, págs. 69, 70. Año 1909). 


Para preparar a un pueblo que ha de encontrarse con Dios 


Las páginas impresas que salen de nuestras casas de publicación, deben preparar a un pueblo para ir al encuentro de su Dios. En el mundo entero, estas instituciones deben realizar la misma obra que hizo Juan el Bautista en favor de la nación judaica. Mediante solemnes mensajes de amonestación, el profeta de Dios arrancaba a los hombres de sus sueños mundanos. Por su medio, Dios llamó al arrepentimiento al apóstata Israel. Por la presentación de la verdad desenmascaraba los errores populares. En contraste con las falsas teorías de su tiempo, la verdad resaltaba de sus enseñanzas con certidumbre eterna. " "Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado" "(Mat. 3: 2). Tal era el mensaje de Juan. El mismo mensaje debe ser anunciado al mundo hoy por las páginas impresas que salen de nuestras casas editoriales. . . . 

Es también, en gran medida, por medio de nuestras imprentas como debe cumplirse la obra de aquel otro ángel que baja del cielo con gran potencia y alumbra la tierra con su gloria ( Joyas de los Testimonios , tomo 3, págs. 140, 142. Año 1902). 


Las publicaciones han de ir a todas partes 


Nuestros impresos debieran ir a todo lugar. Publíquense en muchos idiomas. El mensaje del tercer ángel debe darse por este medio tanto como por la predicación de viva voz. Despertad, vosotros que creéis en la verdad para este tiempo. Os incumbe el deber actual de proveer todos los medios posibles para sostener a quienes comprenden la verdad, para que la proclamen. Una parte de los ingresos provenientes de la venta de nuestras publicaciones debiera servir para aumentar nuestro equipo de herramientas, a fin de poder así producir una cantidad mayor de impresos destinados a abrir los ojos de los ciegos y a enternecer los corazones ( Id ., pág. 312. Año 1902). 

Hay muchos lugares en los cuales no puede oírse la voz del predicador, lugares que pueden ser alcanzados únicamente por nuestras publicaciones, los libros, periódicos y folletos que contienen las verdades bíblicas que el pueblo necesita. Nuestras publicaciones han de ser distribuidas por todas partes. La verdad ha de ser sembrada junto a todas las aguas; pues no sabemos cuál ha de prosperar, si esto o lo otro. En nuestro juicio falible podemos pensar que no es aconsejable dar las publicaciones precisamente a las personas que más rápidamente aceptarían la verdad. No sabemos cuáles pueden ser los resultados al entregar un solo folleto que contiene la verdad presente ( Manuscrito 127. Año 1909). 

Nos acercamos rápidamente al fin. La impresión y circulación de libros y periódicos que contengan la verdad para este tiempo, ha de ser nuestra tarea ( Testimonies , tomo 8, pág. 89. Año 1904). 


A todo país y clima 


Las publicaciones han de multiplicarse y esparcirse como las hojas de otoño. Los silenciosos mensajeros están iluminando y modelando las mentes de miles de personas en todos los países y climas ( Review and Herald , 21-11-1878). 


En todos los idiomas 


De ciudad en ciudad, y de un sector a otro del campo, ellos [los colportores evangélicos] han de llevar las publicaciones que contienen la promesa del pronto regreso del Salvador. Estas publicaciones han de ser traducidas a todos los idiomas, porque el Evangelio ha de predicarse a todo el mundo. A todo obrero, Cristo le promete la divina eficiencia que convertirá sus labores en un éxito ( Testimonies , tomo 9, pág. 34. Año 1909). 


Para iluminar todo el mundo 


El mundo debe recibir la luz de la verdad por el ministerio evangelizador de la Palabra, efectuado por nuestros libros y periódicos ( Joyas de los Testimonios , tomo 3, pág. 311. Año 1909). 

De nuestros libros y periódicos han de emanar brillantes rayos de luz que han de iluminar al mundo con respecto a la verdad presente ( Testimonies , tomo 8, pág. 87. Año 1904). 

Por Elena G. de White
El Colportor Evangélico, capítulo I
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