Él es exitoso... cuando predica cautiva a las masas. Jóvenes y niños que ya quisieran tenerlo como padre, y las esposas consideran dichosa a la esposa de este simpático y carismático predicador. Los otros predicadores lo imitan y admiran como si estuvieran viendo al mismo Jesús. Todo parece perfecto en su vida... es un predicador, un ministro completo, un pastor de pastores, un ejemplo como heraldo... un prototipo exacto de un pastorazo.
Ella está sentada en la primera final de la iglesia. Ella lo observa pasivamente y casi aburrida bosteza una y otra vez mientras la multitud es impactada por el mensaje de su esposo. Ella, parece perdida en el tiempo y el espacio... diría que a ella le importa un "pepino" lo que su esposo expone ante al multitud. Nadie nota este desaire a más... pues todos se concentran en él, el protagonista del show, el pastor, el predicador...
Ellos, son los hijos e hija, no tanto como la esposa, pero miran a su padre, no con aburrimiento sino como tratando de encontrar a alguien real en una figura mística o artística. Ellos conversan de vez en cuando a voz baja y miran como si buscaran explicación.
Ella y ellos, no miran como la multitud. Y es que ella y ellos, conocen al que cautiva multitudes. Ella y ellos saben quién es el admirado predicador cuando baja del escenario, del púlpito...
Hace algunos días, descubrí que soy un simple humano más. Llegué a pensar que soy un humano especial. No lo era. Soy tan simple, sencillo, vano... y descubrí que no soy un pastor, soy un hombre de nombre Heyssen J. que dedica su vida al pastorado. No dejo de ser humano cuando soy pastor... esa es mi realidad, soy un humano trabajando como pastor...
No sé si logran entender este pensar loco probablemente para no pocos. Descubrí que soy simplemente un ser humano simple, que se dedica a ser pastor. No era un pastor humano, era todo lo contrario.
Hace algunos años me contaron la historia que inicié contando. Me contó la hija de aquél afamado predicador, una hija que jamás tuvo a un pastor como padre sino a un hombre que se dedicaba a ser pastor. Y se dedicaba a ser pastor cuando ella muchas veces no lo necesitaba, y cuando ella más lo necesitaba jamás encontró a un pastor...
Les digo que yo descubrí que soy simplemente un humano más, pues descubrí que no soy pastor... Un día una feligrés me dijo: "pastor, alguna vez se ha sentido desanimado?" le dije que sí. Ella se sorprendió, pues en palabras suyas "los pastores no se desaniman...".
Pero qué es lo que motiva a este escritor aprendiz a plasmar esta reflexión del alma? Simple, jamás pensé ni imaginé que igual que el famoso pastor y predicador (aunque sin gozar la fama) descubrí que en muchas ocasiones no soy pastor en mi casa, pastor para mis hijos, para mi esposa... soy pastor cuando ellos no lo necesitan (cuando estoy en la iglesia) y cuando ellos quisieran a un pastor (en casa) yo no estoy. Descubrí que mis sermones deben pasar por el visto bueno de mi familia antes que por el visto bueno de mi iglesia... Y es que mi familia me conoce, la iglesia muchas veces no.
Descubrí que si mi familia me mira como un pastor en mi casa, mi iglesia lo hará aún más. Descubrí que soy un simple hombre que se dedica a ser pastor.... pero esa dedicación, que debiera ser en todo tiempo como diría Pablo, a "tiempo y fuera de tiempo" no lo es tristemente. Y como diría mi abuelita: "en casa de herrero cuchara de palo"...
Gracias Dios, por hacerme ver mi error, por dirigir mi mente y corazón. Por llamarme la atención....
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
VÍA: REFLEXIONES DEL ALMA
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