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jueves, 15 de marzo de 2012

LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA NO ES PERFECTA, ¿ALGO NUEVO?: MENSAJE A LOS DISIDENTES EN GENERAL





Roberto[1] estudiaba teología, era de mi época en la universidad. Sin embargo, no podía creerlo. Jamás me imaginé que un viaje al extranjero cambiara su mentalidad drásticamente. Debo confesar que, me alegré en gran manera al ver los cambios que habían acontecido en su vida. Había dejado la carne, se había comprado un número considerables de libros de Elena G. de White, y su trato mismo era distinto, constantemente ignoraba las conversaciones que intentábamos entablar con él.
         Todo hubiera sido positivo hasta que un día, nos invitó a su casa, y allí con gran elocuencia nos animaba a un reavivamiento espiritual. Nos dijo entre otras cosas que era tiempo de invertir nuestras vidas de mejor manera. Nos dijo que somos jóvenes y que Dios nos llama a hacer la obra de Nehemías y Esdras. Dios desea que seamos los pregoneros de la verdad presente. El cuarto ángel de Apocalipsis 18.
         Nos quedamos estupefactos. Éramos cinco jóvenes que atentamente y sorprendidos escuchábamos una cadena continua de comentarios ácidos e hirientes contra la organización adventista (en palabras suyas, la corporación). Nos habó de el mal uso de los diezmos, de un supuesto pacto que ha entablando la conferencia general con el vaticano, de los pecados de la administración, y otras desgracias terribles supuestamente, nos habló del presidente de la Asociación General de la IASD y su educación en una universidad católica, etc.
         Habría hablado unos quince minutos hasta que uno de los que escuchábamos se puso en pie, y le dijo que la iglesia no es perfecta, pero es el pueblo de Dios. Bastó eso, para que el expositor sacara un papel de su saco y dejándolo en el escritorio, se marchara raudamente. La carta decía entre otras cosas lo siguiente:          
Es necesario salir de Babilonia, ustedes no puede negar que la iglesia adventista es imperfecta. Es por ello que como Juan Bautista, se separó para consagrar su vida al pleno servicio de Dios, así también yo me aparto de la iglesia adventista, de los corruptos, para consagrar mi vida a Dios. Estoy reuniéndome con muchos hermanos que como yo entienden que el llamado de Dios es: “salid de babilonia, salid de la confusión”. El hecho de que yo salga de la iglesia adventista, no significa que yo deje de ser adventista, no, pues Juan Bautista jamás dejó de ser israelita, sino que no participo de sus barbaries.  La iglesia adventista es babilonia, Dios no está en medio de su pueblo. Abandonemos el barco de la corrupción ahora. El tiempo es posible aún.
No se supo más de él. Sin embargo hace unos días me escribió a mi correo personal, muy preocupado por mi actitud al arremeter contra el Dr. Gambetta, sus mensajes y defensores. Es por ello que mi mente viajó hasta el último encuentro hace un poco más de seis años, y decidí escribir lo que hoy les presento.

Los disidentes en el seno de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
Es casi imposible definir el número exacto de movimientos disidentes en el contexto de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El motivo de sus acciones son variados, algunos encuentran problemas en los diezmos, la organización, la administración, algunas doctrinas, estilos de vida, Elena G. de White, sistema de adoración, entre otros.
Cuando se habla de movimientos disidentes, es necesario que se recuerde que un gran porcentaje sigue asistiendo a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y perteneciendo como tal a la feligresía, pero van tejiendo (con gran probabilidad) algún plan en el lugar que se encuentran. Otro considerable grupo, de manera discreta e infiltrada, visita congregaciones e  iglesias generalmente con desconocimiento del pastor a cargo, llevando mensajes de salud, profecías o material bibliográfico y discográfico de dudosa procedencia, y otro grupo definitivamente no tiene ningún acercamiento con la iglesia adventista.
Sin embargo, la mayoría de ellos, tienen un común pensar, directa o indirectamente, convencidos o dudosos: La Iglesia Adventista del Séptimo Día apostató, ya no es el pueblo de Dios, es imperfecta, corrupta, y es tiempo de abandonarla. En definitiva, insinúan o proclaman que la Iglesia del Séptimo Día es Babilonia.
De manera interesante, la mayoría de individuos que sindican a la iglesia adventista como un pueblo que apostató, y que por lo tanto se convierte en Babilonia, utilizan los libros y escritos de Elena G. de White, la Mensajera del Señor. Cuando utilizan sus escritos, con frecuencia, lo hacen acomodándolos a sus conveniencias, o a sus intereses propios. Gracias a Dios, la Mensajera del Señor, habló y escribió mucho acerca de lo que acontecería en el futuro con la iglesia de Dio. Es así que, la presente tiene por objetivo, presentar que la Iglesia Adventistadel Séptimo Día es el remanente de Dios, no es perfecta, pero es el pueblo de Dios, y jamás dejará de serlo, todo desde el punto de vista bíblico y de Elena G. de White.

LA IGLESIA DE CRISTO ES DÉBIL Y DEFECTUOSA
         Así como el “arca de Noé”, de madera, rústica, débil entre otros materiales de construcción (Gn. 6:13-8:19), sin embargo dirigido por Dios, fue un lugar seguro para el pueblo último de Dios en esta tierra.
         Elena G. de White, declara categóricamente:
“Testifico ante mis hermanos y hermanas que la iglesia de Cristo, por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual él concede su suprema consideración.”[2]
La Mensajera del Señor, no niega la imperfección del pueblo de Dios. Al contrario, la confirma, pero dice de ella que Cristo le concede, “suprema consideración”.
No se puede tapar el sol con un dedo. Es de realistas reconocer que la iglesia adventista es débil y defectuosa. Pues de ella dice el mismo Cristo, “Conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Porque no eres ni frío ni caliente, estoy por vomitarte de mi boca” (Ap. 3:15,16).
Claramente el texto expresa la realidad de la última iglesia de Cristo, pero no dice que lo vomitó o lo expulsó de su boca, es decir de su cuerpo, sino que está a punto, y muy por el contrario, le aconseja con gran amor lo que debe hacer (Ap. 3:18).
Y es que el remanente de Dios desde el Génesis mosaico hasta el Apocalipsis juanino siempre mostró una actitud defectuosa. Noé por ejemplo, era el remanente de Dios en sus tiempos, se dice de él “fue varón perfecto y justo” (Gn. 6:9), sin embargo  años después “plantó una viña; y bebió de ella, y se embriagó” (Gn. 9:20,21). Esto demuestra que el victorioso líder del remanente, podía caer.[3] Podríamos mencionar a Abraham el padre de la fe y sus dudas, Israel, David, Salomón, etc. Todos ellos son catalogados como heraldos de la verdad presente, pero no estuvieron exentos a imperfecciones, mas por ello, ¿dejaron de ser el pueblo remanente de Dios? ¡No!

LA IGLESIA DE CRISTO ES PROPIEDAD DE DIOS
Cuando el pecado ingresó tristemente al Edén, Satán secuestró a la humanidad. No obstante, por la muerte de Cristo, con su sangre, fuimos comprados, y ya no somos propiedad de Satán, sino que somos propiedad de Dios, por fe.
Así de manera clara y con autoridad la Mensajera de Dios asevera, “La Iglesia es la propiedad de Dios, y Dios la recuerda constantemente mientras ella está en el mundo, sujeta a las tentaciones de Satanás…-Jesús ve a su verdadera iglesia en la tierra, cuya mayor ambición consiste en cooperar con él en la grandiosa obra de salvar almas.  Oye sus oraciones presentadas con contrición y poder, y la Omnipotencia no puede resistir sus ruegos por la salvación de cualquier miembro probado y tentado del cuerpo de Cristo.”[4]
Claramente se nota que Dios ve a la iglesia sujeta a tentaciones de Satanás,  y la recuerda constantemente. Es maravilloso saber y recordar que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es propiedad de Dios. Dios es nuestro creador, salvador y sustentador, es Nuestro Dueño. El salmista dice tocante, “Reconoced que el Señor es Dios. Él nos hizo, y somos de Él. Pueblo suyo somos, ovejas de su prado” (Sal. 100:3).
Y es Cristo, la cabeza de la iglesia, “Y Dios sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo constituyó cabeza suprema de la iglesia” (Ef. 1:22).

DIOS TIENE UN PUEBLO ESCOGIDO
         Desde el Génesis mosaico al Apocalipsis juanino, esta idea es real. Dios tiene un pueblo escogido para ser luz en este mundo. Para ser el heraldo de la verdad en su generación.
“Dios tiene una iglesia, un pueblo escogido; y si todos pudieran ver como yo he visto cuán estrechamente Cristo se identifica con su iglesia, no se oiría un mensaje tal como el que acusa a la iglesia de ser Babilonia.  Dios tiene un pueblo cuyos miembros son colaboradores con él, y ellos han avanzado hacia adelante, teniendo la gloria del Señor en vista.”[5]
         Es decir,  los que entienden bíblicamente cómo es el pueblo de Dios, entenderán que Dios siempre tuvo un pueblo. En el Antiguo Testamento fue Israel, y para el tiempo del fin, Dios levantó un pueblo en cumplimiento de la profecía de Apocalipsis10. A esta iglesia se le dio una misión a partir del 22 de octubre de 1844, “Es necesario que profetices otra vez a muchos pueblos y naciones, lenguas y reyes” (Ap. 10:11), y un mensaje poderoso, “¡Reverenciad a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Ap. 14:7), el juicio investigador en el contexto del santuario celestial. ¡Oh mis amigos, qué precioso es saber que somos parte de ese pueblo, del remanente de Dios!
         Sin embargo es preciso señalar que, existe una idea errónea en decir que la iglesia adventista “era” el pueblo escogido de Dios, ahora debemos salir del remanente para ir al remanente del remanente, pues  la iglesia es corrupta y merece ser abandonada pues Dios no mora en su iglesia contaminada.
         Esta idea es apoyada aparentemente con el pasaje de Elena G. de White, “habrá un zarandeo del cedazo. A su tiempo, la paja debe ser separada del trigo”.[6] No obstante como bien asevera Marcos Blanco, el vocablo figurativo “zarandeo” designa selección y apostasía en el pueblo de Dios. Se zarandea el grano para que caiga, por entre la malla de la zaranda, los granos rotos, los restos de cáscaras y cualquier otro tipo de cuerpo extraño, y se aviente la paja. Esta metáfora  no da lugar a pensar en un remanente nuevo,[7] es más son los “granos rotos, podridos, cuerpos extraños y la paja” los que abandonan la malla de la zaranda, y muy por el contrario, los granos buenos y aptos, son los que se quedan.
         Por lo tanto, son zarandeados los que no son trigos genuinos.[8] Así Elena G. de White, jamás apoya la idea de un “remanente de un nuevo remanente”, a diferencia  señala que la iglesia será zarandeada porque muchos se dejan llevar por falsas doctrinas.[9]

LA IGLESIA DE DIOS ES IMPERFECTA PORQUE HAY CIZAÑA
El Salvador Jesús sabía lo que acontecería con su iglesia en el futuro. Sabía que hombres y mujeres imperfectas la conformaría, simples individuos de carne y hueso, con tendencia al mal. Ante eso, nos contó una parábola magistral, en donde ilustra la realidad de su iglesia, del pueblo remanente del fin.
Elena G. de White menciona, “La iglesia de Cristo en la tierra será imperfecta, pero Dios no destruye a su iglesia a causa de su imperfección.  Ha habido y habrá personas llenas de celo no de acuerdo a ciencia, que quisieran purificar la iglesia, y desarraigar la cizaña de en medio del trigo.  Pero Cristo nos ha dado luz especial sobre cómo tratar con los que yerran, y con aquellos que estando en la iglesia no se han convertido. Ninguna resolución espasmódica, celosa y apresurada ha de ser tomada por los miembros de la iglesia para separar de la misma a aquellos que se piensan defectuosos de carácter.  La cizaña aparecerá en medio del trigo; pero haría más daño arrancarla (a menos que sea de la manera señalada por Dios), que dejarla sola.  Mientras el Señor trae a la iglesia a aquellos que están verdaderamente convertidos, Satanás trae a su fraternidad a personas que no están convertidas. Mientras Cristo siembra la buena simiente, Satanás siembra la cizaña.  Hay dos influencias opositoras que se ejercen continuamente sobre los miembros de la iglesia.  Una influencia trabaja para la purificación de la iglesia, y la otra para la corrupción del pueblo de Dios.[10]
         El texto claramente señala que existen solamente dos grupos. Unos que son convertidos, y otros que no son convertidos y ellos son los que el enemigo ha traído a la iglesia. Dicho de otro modo, los convertidos son los trigos y los no convertidos son las cizañas, “En la iglesia ocurrirán divisiones. Se formarán dos grupos. El trigo y la cizaña crecerán juntos hasta el momento de la cosecha.”[11]  

La parábola de la cizaña y el trigo    
La Biblia dice: “Jesús les contó otra parábola. Les dijo: "El reino de los cielos es semejante al hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras sus hombres dormían, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando la hierba brotó y dio fruto, apareció también la cizaña. Entonces vinieron los siervos del dueño, y le dijeron: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde tiene cizaña? Y él respondió: 'Un enemigo hizo esto'. Los siervos le dijeron: '¿Quieres que vayamos y la arranquemos?' El dijo: 'No, para que al sacar la cizaña, no arranquéis también el trigo. Dejad crecer juntos lo uno y lo otro hasta la siega. Y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla, pero juntad el trigo en mi granero […] Entonces Jesús despidió a la gente, y vino a casa. Allí se le acercaron sus discípulos, y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña del campo". El respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. "El campo es el mundo, la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno. "El enemigo que la sembró es el diablo, la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. "Así como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así sucederá al fin de este mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles a juntar de su reino a todos los escandalosos, y a los que cometen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes. "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, oiga” (Mt. 13:24-30, 36-43).
La parábola de la cizaña y el trigo, es realmente magistral, esto hace más que evidente la intensión de Dios para con su pueblo mucho antes de que éste existiera como remanente del fin. Si se llega a entender la parábola se entenderá la condición actual de la IASD y por ende, toda idea errónea de que habrá un nuevo remanente del remanente y por tanto debemos abandonar el barco será extirpada de nuestras mentes, así lo presenta por ejemplo, Ty Gibson en Si hay apostasía en la iglesia, ¿Debemos abandonar el barco?[12]

Elena G. de White y la parábola
Jesús explicó el significado de la parábola, "El campo -dijo Jesús- es el mundo".  Pero debemos entender que esto significa la iglesia de Cristo en el mundo. La parábola es una descripción de lo que pertenece al reino de Dios, su obra por la salvación de los hombres; y esta obra se realiza por medio de la iglesia.  En verdad, el Espíritu Santo ha salido a todo el mundo; por todas partes obra en los corazones de los hombres; pero es en la iglesia donde hemos de crecer y madurar para el alfolí de Dios.”[13]
         ¿A quién se refiere la parábola? No al mundo, sino a la iglesia. Es decir que se debe entender que en el a iglesia de Dios verdadera, habrá cizaña y trigo. Los convertidos y los no convertidos.
         Continuando con la parábola, existe otra imagen que necesitamos conocer, ésta es la buena semilla, ¿qué representa la buena semilla?    “La buena simiente representa a aquellos que son nacidos de la palabra de Dios, de la verdad.[14] Y ¿A quién representa   la cizaña?  “La cizaña representa a una clase que constituye los frutos o la personificación del error o los falsos principios… La cizaña es sembrada siempre por Satanás, el enemigo de Dios y del hombre.”[15]
         Elena G. de White, declara por inspiración, claro está que, el sentimiento humano natural hace que los justos deseen tomar acciones con sus propias manos, no obstante aconseja:       “Los siervos de Cristo se entristecen al ver a los verdaderos y los falsos creyentes mezclados en la iglesia.  Anhelan hacer algo para limpiar la iglesia. Como los siervos del padre de familia, están listos para desarraigar la cizaña.  Pero Cristo les dice: "No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega".[16]
        
Es Dios quien hace la separación de los dos grupos y las juzga de acuerdo a su divina justicia.
“Aun cuando existan males en la iglesia, y los habrá hasta el fin del mundo, ésta en estos últimos días ha de ser la luz de un mundo que ha sido mancillado y desmoralizado por el pecado.  La iglesia, aunque es débil y defectuosa, y necesita ser reprobada, amonestada y aconsejada, constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su suprema consideración.”[17]
La iglesia debe ser amonestada, aconsejada, reprobaba, pero dentro de la iglesia, no fuera de ella. Esa es la labor de los cada uno de nosotros, heraldos del Señor.


El fin de la cizaña
 El señor no señala el tiempo de cuándo será separada la cizaña, pero esto se dará en el zarandeo. Después de este evento se notará con claridad quién es quién.
“Conforme vaya acercándose la tempestad, muchos que profesaron creer en el mensaje del tercer ángel, pero que no fueron santificados por la obediencia a la verdad, abandonarán su fe, e irán a engrosar las filas de la oposición.”[18]
Cuando leí este texto por primera vez me pregunté, ¿quiénes son la oposición? Pues bien, la oposición lo conforman todos aquellos que arremeten en contra del pueblo remanente de Dios, a decir, la IASD, entonces, ¿los movimientos disidentes que hoy se afanan en decir que la IASD es babilonia, o ha apostatado, etc. No se constituyen en oposición? Desde luego, no es necesario ahondar mucho para entender que el “zarandeo” ya empezó pues claramente estamos viendo cómo es que muchos abandonan aseverando que conformarán un “nuevo remanente”. Sin embargo, hay oportunidad para abandonar esa vana manera de pensar, y volver a Dios conforme su Palabra habla (Is.1:18).
         La mensajera del Señor señala que el Salvador no nos señala un tiempo en que toda la cizaña se convertirá en trigo.  El trigo y la cizaña crecen juntamente hasta el tiempo de la cosecha, el fin del mundo.  Entonces la cizaña se ata en manojos para ser quemada, y el trigo se junta en el granero de Dios. "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre".  Entonces "enviará el Hijo de Dios sus ángeles y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes".[19]

CONCLUSIONES
De plano, la iglesia adventista del séptimo día es militante, es la que vemos hoy, imperfecta, débil, a ella pertenecemos o pertenezco, no obstante, sé que la iglesia triunfante es la que será al final. Pero ello debe ser demostrado con frutos.[20]
Después de un breve recorrido por la Biblia y el Espíritu de Profecía podemos concluir:
Primero, a la luz de la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis y el Espíritu de profecía, la idea de un pueblo escogido por Dios que se constituye como el remanente del fin, es real.
Segundo, el pueblo escogido de Dios y remanente del fin, no es ajeno a la imperfección, es defectuosa, no es perfecta, tal como el Arca de Noé y la vida de muchos “hombres de Dios”, pero es la propiedad de Dios.
Tercero, el pueblo escogido de Dios y remanente del fin, es imperfecta porque la constituyen humanos de carne y hueso, hombres y mujeres con tendencia al mal, no obstante, es de realista presentar que en ella hay “cizaña y trigo”, y esto lo advirtió Jesús mismo.
Cuarto, el campo de la parábola no es el mundo sino la iglesia de Dios. La cizaña representa a los no convertidos, pero es Dios quien le pondrá fin a esta mixtura entre el trigo y la cizaña.
Quinto, los opositores de la iglesia de Dios, son todos aquellos que se afanan en sindicarla como la babilonia, la corrupta o la apóstata.
Sexto, no hay apoyo bíblico ni de Elena G. de White para la idea de un remanente del remanente. Esta idea es opositora, es satánica.
Y séptimo, la IASD no es perfecta, esto no es algo nuevo. Pero, “puede parecer que la iglesia está por caer, pero no caerá. Ella permanece en pie, mientras los pecadores que hay en Sion son tamizados, mientras la paja es separada del trigo precioso. Es una prueba terrible, y sin embargo tiene que ocurrir. Nadie fuera de aquellos que han estado venciendo mediante la sangre del Cordero y la Palabra de su testimonio serán contados con los leales y los fieles, con los que no tienen mancha ni arruga del pecado, con los que no tienen engaño en sus bocas. Debemos despojarnos de nuestra justicia propia y vestirnos con la justicia de Cristo”.[21]

Antes de terminar este sencillo escrito, no puedo olvidar a Roberto, mi compañero de estudios que después de haber colportado en Ecuador y Colombia y haber tenido contactos con un grupo de individuos que entre otras cosas enseñaba sobre “un nuevo remanente del remanente”, decidió abandonar su carrera teológica e involucrarse con los disidentes.
Cuando estaba a punto de terminar este escrito, recibí un nuevo mensaje de Roberto. Su mensaje me dejó triste y a punto de llorar. Por tres años había predicado por Colombia, República Dominicana, Ecuador y México, durante ese tiempo sentía que lo que hacía era correcto, iba a iglesias poco atendidas por los pastores y se ofrecía a predicar, le invitaban a predicar a diferentes lugares, hermanos desde los Estados Unidos, le daban ayudas económicas. La obra que realizaba estaba en popa. Sin embargo, un día reflexionó sobre el ministerio que había emprendido con éxito. Se preguntaba ¿cuál era su fin? No obtenía respuestas concretas, se dedicaba a predicar en contra de la iglesia que le hizo conocer a Cristo, predicaba en contra de los diezmos, de la organización de la corrupción de los pastores, de la administración mafiosa que imperaba en la obra, de el estilo de vida, y en tres años había visto que la Iglesia Adventista seguía creciendo, y el grupo al que pertenecía menguaba cada día más. Algunos se cansaban, y se hacían de familias, etc.
Fue en ese momento en que decidió abandonar el ministerio opositor en contra de la Iglesia que le había enseñado a conocer a Cristo, y que un día lo motivó a ser pastor.
Durante el tiempo en que predicaba en contra de la IASD, muchas veces lo confrontaron bíblicamente y con los escritos de EGW, sin embargo aunque su error era desenmascarado, su orgullo fue más.
Alejado de su ministerio disidente, quiso regresar a la IASD, pero no tenía el valor. Por meses pasaba los sábados en su departamento, cuando iba a las iglesias adventistas, no aceptaba predicar y cuando le invitaba también porque no quería mostrar contradicciones con lo antes había dicho. Es por ello que como observador pasivo en la obra de Dios, un día cayó en pecado.
Son casi dos años que Roberto está lejos de Dios, es ilegal en los Estados Unidos, no asiste a la iglesia.
Desde aquí invito a todo aquél que un día se apartó de la IASD para engrosar las filas disidentes de cualquier tipo, a que reflexiones sobre lo que hacen. La reforma, el reavivamiento empieza en cada uno. Dios tiene un pueblo y vendrá por ella muy pronto.
¡Maranatha…!

Por
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
Referencias bibliográficas:

[1] No es su nombre real, es un seudónimo.
[2] Elena G. de White, Testimonio para los ministros (Buenos Aires: ACES, 1987), 15.
[3] Clifford Goldstein, El remanente. ¿Realidad bíblica o ilusión sin base? (Buenos Aires: ACES, 1999), 20.
[4] Elena G. de White, Testimonio para los ministros, 19.
[5] Ibíd., 20.
[6] Elena G. de White, Eventos de los últimos días (Buenos Aires: ACES, 2002), 177.
[7] Marcos Blanco, “¿Habrá un nuevo remanente?”, Revista Adventista n°1 (enero, 2007):14.
[8] Ibíd., 15.
[9] Elena G. de White, Testimonio para los ministros, 112, 475.
[10] Ibíd., 46.
[11] Elena G. de White, Eventos de los últimos días, 176.
[12] Ty Gibson, Si hay apostasía en la iglesia ¿Debemos abandonar el barco? (Buenos Aires: ACES, 1998).
[13] Elena G. de White, Palabras de vida del Gran Maestro (Buenos Aires: ACES, 1987), 49.
[14] Ibid. 49.
[15] Ibíd., 49.
[16] Ibíd., 50.
[17] Ibíd., 49.
[18] Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: ACES, 1975), 666.
[19] Elena G. de White, Palabras de vida del Gran Maestro, 49.
[20] Elena G. de White, Evangelismo (Buenos Aires: ACES, 1975), 512.
[21] Elena G. de White, Mensajes Selectos (Buenos Aires: ACES, 1975), 2:436,437.


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