" VIENDO el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron
entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de
nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no
sabemos qué le haya acontecido" (Ex. 32:1).
Cuando se
quiere desobeder a Dios los "argumentos" para justicar ese mal prodecer
sobran. Los israelitas, en repetidas oportunidades mostraron una actitud
desobediente a la voluntad y dirección de Dios. Es cierto que Moisés se
demoró varias semanas en bajar del monte, eso provocó inquietud e
impaciencia en los quejumbrosos descendientes de Abraham.
El pueblo
preocupado va el líder responsable, Aarón, con el afán de que él les de
respuestas a sus incógnitas. Aarón atina, al parecer, a decirles que
tampoco sabe qué es lo que "a acontecido" con Moisés. Los israelitas
habían llegado a depender mucho de Moisés y al notar su ausencia
dudaron. Les faltó la fe. Temían con gran probabilidad que Moisés,
cansado de la rebeldía del pueblo los hubiese abandonado en el desierto.
Es interesante
notar que la impaciencia hizo cometer al pueblo un pecado terrible que
atrajo consecuencias tristes. En los tiempos finales de la historia de
la humanidad sucede y sucederá lo mismo. Muchos claudican por que ve la
venida de Jesús muy lejana. Sienten que Jesús, el Cristo, demora más de
lo que dijo que lo haría. Mucha gente recurre en ese afán a una
adoración secular, nada bíblica.
Lo que puede
ocasionar la impaciencia o la falta de fe es lamentable. Todo un pueblo
en su mayoría fueron arrastrados por la idolatría satánica. El segundo
mandamiento lo prohibía y el pueblo de Dios lo hacía... No obstante, lo
que resulta más impresionante es que el pueblo no dedica ese culto a
otro dios, sino a Dios, a YHWH. Loco proceder sin duda, y es que cuando
se ha ingresado en el terreno donde la fe no existe simplemente
actuaremos como los hacíamos en nuestra vida pasada. El becerro de oro
era probablemente la imagen del dios egipcio Apis. Así pues, el toro era por un lado el heraldo del dios egipcio, el informante de los
hechos que sucedían en la tierra y por el otro actuaba en representación de ese
mismo dios al dar un veredicto en su función de oráculo. Aunque era un dios menor fue el dios al que
probablemente adoraron los hijos de Israel en Éxodo 32. Apis no era considerado como simple toro sagrado sino como un dios
mismo. Un faraón no podía gobernar hasta que no haya encontrado antes a “un
toro” con las características que sólo un faraón conocía. Así al encontrarlo le
rendían culto como a un dios.
Vemos entonces
que el pueblo de Israel adoró a Dios en forma errónea, rindió culto
falso a Dios con métodos nada bíblicos y muy por el contrario siguiendo
las costumbres egipcias que como esclavos habían adoptado. El argumento
para justificar su proceder fue Moisés tarda y no hay quién nos dirija a
la tierra prometida.
Por otro lado
vemos un liderazgo pobre en Aarón. La democracia resulta interesante y
atractiva pero cuando ella se sobrepone a los principios de la Biblia
resulta satánica. Así de simple. La declaración de que, "la voz del
pueblo es la voz de Dios" es muy lejana a lo que la Biblia dice. La voz
del pueblo es la voz del hombre, la voz de Dios se manifiesta en expreso
en la Biblia. En ese sentido, Aarón mostró un liderazgo miedoso a la
respuesta de la mayoría e hizo lo malo sabiendo hacer lo bueno.
Terrible...!
Como vimos,
cuando se trata de desobedecer a Dios siempre habrán "argumentos" para
justificar el mal proceder. En el caso de pueblo "Moisés tarda y no
sabemos de él" y en el caso de Aarón "no sé mi señor, tú conoces al
pueblo". Qué diferencia de liderazgo: Moisés "hacía la voluntad de
Dios" y Aarón "la voluntad de los hombres".
Hoy es un nuevo
día, (1) Dios desea que lo adores como Él quiere. No con tus costumbres,
no con lo que tú sabes, sino como Él quiere, (2) Sé fiel a los
principios de Dios y (3) sigue la voluntad de Dios y no de hombres.
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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