Una vez que disponemos de
líderes a quienes se haya capacitado en la estrategia de evangelización a
través de los Grupos Pequeños, emprendemos una segunda fase que conjuga la
teoría con la práctica y que consiste en el trabajo de plantación propiamente
dicho.
1. Censo de membresía
En caso de que se trate de una
iglesia grande, el primer paso para iniciar
este trabajo consiste en elaborar una encuesta que permita identificar
en dónde residen los miembros y además, los datos respecto al nombre, profesión
u ocupación, tiempo de membresía y si tiene disponibilidad de abrir su hogar
para comenzar reuniones.
Esta base de información abre las puertas para ir concentrando a los
nuevos creyentes en aquellas casas con el propósito de hacerles seguimiento y
avanzar en su proceso de solidez doctrinal y espiritual, mediante el
discipulado.
Igualmente se constituyen en los puntos de contacto de personas nuevas a
quienes compartir el evangelio transformador de Jesucristo.
Una iglesia naciente
Si por el contrario usted lidera una iglesia que está surgiendo, la
primera fase ineludible es la preparación de quienes integran su equipo de
trabajo y establecer uno, dos o tres puntos en los cuales iniciar las
reuniones. En lo posible y teniendo en cuenta las posibilidades de
desplazamiento, se buscará que residan en hogares próximos al templo.
En uno u otro caso usted que asume este reto, deberá visitar el lugar,
comprobar qué capacidad tienen para alojar personas durante cada reunión, y
aspectos logísticos sencillos pero elementales como es la disponibilidad de
sillas.
A las personas que habitan la casa, quienes en adelante prestarán sus
servicios a la obra de Jesucristo en calidad de anfitriones, se les preparará
en cuatro a normas primarias de atención a los visitantes. No olvide que la
primera impresión que se llevan es esencial. Si quienes asisten como invitados
consideran que fueron víctimas de la descortesía, es probable que no regresen.
El pastor o líder les explicará la importancia de recibir a la gente con
un saludo, de esbozar una sonrisa cálida y la inmediata invitación para que
sigan y se sientan cómodos.
¿Con cuántas personas podemos iniciar las reuniones?
Para responder a este interrogante vale la pena remitirnos a las
Escrituras y en particular a un pasaje que usted como líder deberá tener
siempre a mano. Lo encontramos en los evangelios. La escena ocurre en una
reunión que sostuvo el Señor Jesús con sus discípulos. Tras orientarlos sobre
cómo actuar con alguien que nos ha ofendido, señaló: “Además les digo que
si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que
pidan, les será concedido por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o
tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”(Mateo 18:19, 20.
Nueva Versión Internacional).
Usted puede comenzar con un número reducido de personas. Incluso, podría
ser con su propia familia. Lo fundamental es que nuestro amado Señor Jesucristo
esté en medio. Si espera hasta tener un volumen grande de participantes para
comenzar, lo más probable es que no emprenda la tarea jamás.
2. La oración debe anteceder todo trabajo eclesial
La experiencia nos ha mostrado que así haya una enorme disponibilidad de
lugares en donde emprender las reuniones de Grupos Pequeños, es inapropiado dejarnos mover por
las “corazonadas” o los sentimientos, y que lo más aconsejable es llevar el
asunto a Dios en oración.
¿Recuerda a Felipe, el evangelista? La Biblia dice que un ángel del
Señor le dijo: “Un ángel del Señor le
dijo a Felipe: "Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto
que baja de Jerusalén a Gaza." Felipe emprendió el viaje, y resulta que se
encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de
la Candace, reina de los etíopes. Éste había ido a Jerusalén para adorar y, en
el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carro, leyendo el libro del
profeta Isaías. El Espíritu le dijo a Felipe: "Acércate y júntate a ese
carro."(Hechos 8:26-29).-
Como podrá deducir de una forma sencilla, el camino y perspectiva que
tenía el evangelista eran bien distintas de los planes que en ese preciso
instante tenía Dios. Igual ocurre cuando nos embarcamos en esta iniciativa.
Creemos tener todo cronometrado y listo para iniciar acciones, pero nada nos
asegura que si seguimos obrando en nuestras fuerzas obtendremos resultados
satisfactorios.
Otro ejemplo práctico lo hallamos unos capítulos mas adelante, en el
mismo libro de los Hechos de los apóstoles: ”Atravesaron la región
de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran
la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron cerca de Misia, intentaron
pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces, pasando
de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la noche Pablo tuvo una visión en
la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba: "Pasa a Macedonia
y ayúdanos." Después de que Pablo
tuvo la visión, en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia,
convencidos de que Dios nos había llamado
”(Hechos 6:6-10).
Apreciará que es indispensable el que todos nuestros proyectos, y en este
caso la plantación de Grupos Pequeños de los llevemos a la presencia de Dios
¿Cómo lo logramos? Con oración. No olvide la recomendación del salmista cuando
escribe: ”Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él
actuará”(Salmo 37:5. Nueva Versión Internacional).
3. Pedir a Dios que abra puertas
Con frecuencia hallamos hogares que a todas luces se perfilaban como los
más indicados y a la postre el funcionamiento de los grupos pequeños allí sólo
trajo problemas. ¿La razón? Transcurrido algún tiempo de estar realizando las
reuniones, alguno de los miembros—por cualquier circunstancia—se oponía a que
siguieran encontrándose. Ese error debe llevarnos a reconsiderar cómo hacemos
las cosas.
¿Qué hacer? Pedir orientación a Dios para que nos abra los espacios
indicados, los que –bajo su voluntad—sabemos que resultarán apropiados.
Recuerde que, de acuerdo con las Escrituras y al referirse al Señor
Jesús, El es “...el verdadero, el que tiene la llave de David el que abre
y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir”(Apocalipsis 3:7).
Pablo tenía claro que era Dios quien abría las puertas y lo dejó sentado
en sus escritos: “Pero me quedaré en Efeso hasta Pentecostés, porque se
me ha presentado una gran oportunidad para un trabajo eficaz, a pesar de que
haya muchos en mi contra”(1 Corintios 16:8, 9).
Un poco más adelante escribe: “...cuando llegué a Troas para
predicar el evangelio de Cristo, descubrí que el Señor me había abierto las
puertas...”(2 Corintios 2:12), y también en su carta a los nuevos
creyentes de Colosas, les anima: “Dedíquense a la oración; perseveren en
ella con agradecimiento y, al mismo tiempo, intercedan por nosotros a fin de
que Dios nos abra las puertas para proclamar la palabra, el misterio de Cristo
por el cual estoy preso”(Colosenses 4:2, 3).
¿QUÉ HACER?
1.
VISITE A CADA DE SUS MIEMBROS
A.
Ore
con él
B.
Estudie
la Biblia sobre la importancia de reunirse en Grupos Pequeños. Ex 18, Mar
3;13-14
C.
Hago
un llamado a formar parte de tu Grupo Pequeño
2.
TENGA REUNIONES DE ORGANIZACION
Preguntas de organización
·
¿Qué
día será nuestra reunión de planificación?
·
¿Qué
día será nuestra reunión de evangelismo?
·
¿En
que hogar será nuestras reuniones: Planificación y evangelismo
·
¿Cuál
será nuestra función de cada uno de nosotros?
·
¿Cuál
será nuestros horarios de reunión?
·
¿Cuál
será nuestra meta de interesados?
·
¿Cuándo
es la fecha de multiplicación?
3.
INICIE PROGRAMA MISIONERO
·
Empiece
oración intercesora por 15 días
·
Entrene
a sus miembros, como dar estudios biblicos
·
Salgan
a buscar estudiantes de la Biblia
·
Mantengan
un control permanente
4.
OBJETIVO
·
Formar
líderes
5.
METAS
·
Multiplicar
el grupo pequeño Vía: GRUPOS PEQUEÑOS
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