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miércoles, 4 de julio de 2012

El Heraldo de la Verdad Adventista: Música y Adoración


La liturgia adventista está siendo desafiada por los nuevos estilos contemporáneos de adoración. La nueva generación de adventistas sugiere una  actualización de los estilos tradicionales con respecto a la adoración y la liturgia. Surge una interrogante a esta inquietud ¿Podemos como iglesia revisar y contextualizar nuestra liturgia? Si esto es posible ¿qué principios deberían guiar nuestras decisiones al enfrentar estos cambios?
E.G. de White menciona que “la adoración colectiva enfatiza tanto la trascendencia como la inmanencia de Dios: Dios es grande y Dios está aquí, Dios está por encima de nosotros y Dios está entre nosotros. Los pastores deben llegar a ser especialistas en dirigir las congregaciones a esta experiencia de adoración.”[2], E.G. de White enfatizó la responsabilidad a  los dirigentes de organizar cultos relevantes y dijo que “no obtenemos la centésima parte de la bendición que podríamos obtener de nuestras asambleas para adorar.”[3]

Importancia de la adoración

La adoración puede ser definida como “la celebración dramática de Dios en su dignidad suprema, de manera que su ‘dignidad’ se convierta en la norma e inspiración del vivir humano.”[4]  William Nichols reconoce que la adoración es “la actividad suprema y la única indispensable de la iglesia cristiana. Ella sola continuará…en el cielo, cuando todas las otras actividades de la iglesia hayan desaparecido.”[5]
La adoración congregacional en la vida individual y comunitaria es un asunto de vital importancia. Los estudios muestran que existe una relación directa entre los cultos inspiradores y el crecimiento de la iglesia. Según Rick Warren la adoración, a la luz de la experiencia del Pentecostés, puede ser un testimonio poderoso para los incrédulos si se siente la presencia de Dios y si el mensaje es comprensible. Además, la experiencia  de adoración es la que provee una motivación para el evangelismo.[6]

Características de la adoración adventista

La Guía de Procedimientos para Ministrossugiere que la adoración adventista debe integrar tres ingredientes básicos: reverencia, gozo y experiencia.[7] , estos tres elementos deben ser la base para todo proceso de cambio.
La adoración adventista deber inspirar reverencia (Ap. 14:6).       La adoración colectiva conduce a la congregación a la sala del trono de Dios y el propósito primordial de la adoración no es sentirse bien, sino ver a Dios. A menos que las personas tengan  ideas correctas de adoración y reverencia verdadera, habrá una creciente tendencia a poner lo sagrado y eterno al mismo nivel que las cosas comunes, y los que profesan creer la verdad ofenderán a Dios y deshonrarán la religión. [8]
La adoración adventista debería ser gozosa (Ap 14:2). Adoración debe incluir nuestros pensamientos y sentimientos, requerirá mentes claras y corazones afectuosos.
La adoración adventista debería ser experimental (Ap 14:3). La adoración no es una rutina, No es tradición. La adoración es un evento, un hecho, una interacción personal entre Creador y la criatura. La adoración es un encuentro. “Dios habla y nosotros respondemos. Dios habla y nosotros aceptamos.

El culto bíblico en relación al culto natural
Es indudable que el ser humano es una criatura adoradora por naturaleza. Distintas formas de adoración han caracterizado diferentes culturas en distintas épocas. Sin embargo, se debe recordar que el cristianismo es una religión revelada. Por lo tanto, la adoración cristiana debe estar enmarcada dentro de los lineamientos propuestos en dicha revelación. En este sentido, la adoración cristiana no tiene su origen en el hombre sino en Dios. Él es el motivo y centro de la adoración.
Vardelei Dorneles realizó recientemente un estudio comparativo entre la adoración bíblica y la de origen natural. Luego de resaltar el lugar central que ocupa el tema de la adoración en la historia de la salvación, Dorneles concluye que la religión bíblica se distingue de la natural en los siguientes aspectos esenciales. Entre ellos destacan, el echo de que el culto cristiano es una iniciativa de Dios y no del hombre; Dios es visto como un ser personal; hay un equilibrio entre trascendencia e inmanencia divina; la música de las celebraciones es distinta a las músicas seculares; la enseñanza de verdades objetivas es la práctica más común de las reuniones colectivas. Junto ha esto reconoce, que en la religión bíblica hay espacio para las experiencias de éxtasis, que con todo, no se asemejan a los trances del culto primitivo o pentecostal. [9]

La música en el culto bíblico[10]
La música usada en el templo judío, estaba basada en  la orientación de Dios, sugiere que la adoración bíblica no incorpora indistintamente la cultura popular. La música de adoración es un elemento determinante en la naturaleza del culto es interdependiente del propio concepto de divinidad. Ahora la Biblia registra el uso de la música popular en manifestaciones de loor a Dios, ella también ofrece elementos para el reconocimiento de principios que deben regir en la adoración. Hechos relacionados con la adoración  en el santuario  son especialmente decisivos para una comprensión de cómo Dios distingue la música sagrada de la música común.

La música en la Biblia

Los defensores de la música secular en el culto religioso basan sus argumentos en eventos bíblicos que hablan de personas alabando a Dios con músicas seculares y con danzas. Afirman que no hay posibilidades de establecer diferencia entre la música secular y la música de adoración,  ya que ambas eran dirigidas a Dios, con vista a adorar.
Una lectura atenta de los eventos involucrados al culto en Israel lleva a la conclusión de que Dios recibió el loor al son de la música secular y al ritmo de danzas. Pero permite también concluir que el tomó providencias para conducir a Israel a una renovación cultural también en el área de la música.
Después de pasar el mar rojo, María y las mujeres de Israel adoraron a Dios con cánticos acompañados de tambores y danzas. (Ex. 15:20-21). En circunstancias festivas, David danzaba delante del Señor (2Sam. 6:14,15). Había profetas en Israel que profetizaban al son de la música, acompañada de tambores (1Sam 10:5). El Sal. 150:4 manda loar al Señor con “adufe”. Entre otros instrumentos y con “danzas”. Con base en éstos textos, Souza  Joao afirma, precipitadamente, que “la adoración a Dios no se puede separar el llenarse de júbilo con danzas” y concluyó “David representa aquí aquellos hermanos renovados (pentecostales) que, restaurados en su adoración, danzan delante del Señor.
Es preciso notar, que la música de tambor y las danzas eran comunes en circunstancias festivas en que se conmemoraban victorias, una especie de fiesta secular. Así de la misma forma María danzó delante del Señor, al son de tambores, la hija de Jefté danzó delante del padre (Jue. 11:34), las mujeres de Israel danzaban delante de Saúl y de David (1Sam 18:6; 21:11), y el pueblo danzó delante del becerro de oro (Ex. 32: 19).

La batería y la música en el templo

Tanto la presencia como la ausencia del tambor en circunstancias bíblicas específicas ayudan a comprender la pregunta del uso de la batería en la adoración a Dios.
En la conducción del arca de Quiriat a Jearim hasta la casa de Obed Edom, hubo música con tambores y David danzó y se alegró, al ritmo de banda (2Sam.6:5 y 1Cr. 13:8).   En ese viaje, todo se dio equivocado. De la misma forma que “vino” feliz Nadab y Abiu ignorando las orientaciones divinas en cuanto al templo (Lv. 10:1,9), el ritmo de fiesta de David, a pesar que sólo los levitas podían conducir el arca, y Uza ignoró que no podía tocarla, Los bueyes tropezaron, el arca casi cayó y Uza murió herido por el Señor (1Cr. 13:9-10). David temió y se preguntó. ¿Cómo traeré el arca a mi? (1Cor. 13:12). Tres meses después, el rey juntó al pueblo para buscar el arca de la casa de Obed Edom. En esta vez, él orientó que nadie conduciría el arca, sino sólo los levitas. (1Sam 15:2) Hubo alegría, al contrario del primer intento, esta vez la banda musical no tuvo tambores, si en cambio arpas, liras, y címbalos (1Cr. 15:16) El traslado fue un éxito.
La música que tocó en el transporte del arca a Jerusalén, sin uso de tambores, fue llamada la “música de Dios” (1Cr. 16:41-42), mientras que la banda que tocó al ritmo de danza, cuando Uza murió, no recibió ese adjetivo, en el libro escrito por el mismo autor (1Cr. 13:8).
David quiso hacer una casa para Dios, mas no le fue permitido. El rey era músico y Dios le dio orientaciones, para que tomase todas las providencias para el templo, que Salomón edificaría. Entre esas orientaciones Dios determinó los instrumentos (címbalos, liras y arpas) que deberían hacer parte de la música del templo. En 2Cr. 29:25 el edicto que los levitas fueran establecidos “en la casa del Señor con címbalos, liras y arpas...porque este mandato vino del Señor, por intermedio de sus profetas”. David dio los instrumentos para ser utilizados por los levitas. Es significativo como esos instrumentos son designados en 2Cr. 7:6 “los instrumentos musicales del Señor. Que el rey David había dicho para utilizar en las acciones de gracias al Señor.” El artículo plural definido “los” indica un grupo específico de instrumentos, que son calificados como “del Señor”.
 La lista  de esos instrumentos aparece en diversas ocasiones, siempre sin inclusión del tambor o adufe (pandereta)  (1Cr. 16:5; 25:1; 6; 2Cr. 5:12-13). En la purificación del templo, emprendida por Ezequías, los levitas músicos son colocados en su función como los instrumentos hechos por David. En la ceremonia, la música de éstos instrumentos son otra vez llamados “cánticos del Señor” (2Cr. 29:27). Los únicos instrumentos que aparecen en las listas de los usados en el templo que fueron hechos por David, son las trompetas (2Cr. 5:12-13; 29:27).
La exclusión del tambor en el templo puede indicar que Dios no quiso el instrumento en la música de adoración por causa de su relación directa con el misticismo pagano y por su influencia en el sentido de excitar las danzas y embotar la conciencia y el juicio.
El ritmo del tambor que inclinaba a las personas a la danza debería estar fuera del culto que requiere la lucidez de la mente para la comprensión de la voluntad de Dios. A mas de esto que el templo era una representación del santuario celestial y el trono de Dios, la música a ser usada, allí debería distinguirse de aquella usada en las celebraciones profanas. Helen G. Grauman[11] afirma que ciertos instrumentos como la flauta y el tambor, que podían ser incluidos en las procesiones, fueron excluidos de la planeada orquesta del templo. Esos instrumentos tenían  asociaciones seculares.
Martín Stefani[12]  considera que el ritmo, producido mas propiamente por el tambor es la característica más eminente y esencial de la música africana, ya ampliamente relacionada con las experiencias de transe y posesión. Gilbert Rouget[13] también señala el papel del ritmo con las experiencias de  transe. Para él el ritmo, en acelerando y crecendo, producido por cualquier instrumento, y no sólo por el tambor, responde a las experiencias místicas.
Influencia en el templo
Los relatos bíblicos sobre la música, posteriores a la inauguración del templo, pueden sugerir que tipo de influencia y cultura musical del templo ejerció sobre el pueblo de Israel. En el libro de Isaías, hay juicios pronunciados contra personas que celebraban fiestas con embriaguez y música con tambores (ver. 5: 12; 24: 8 y 9) Después de la vuelta del cautiverio babilónico la adoración fue conducida de modo semejante a lo que fue en el templo de Salomón. Los mismos instrumentos son usados, también con excepción el tambor,  y ese criterio es relacionado con las determinaciones de Dios dadas a David (Esd. 3:10) La ceremonia de dedicación de los muros de Jerusalén, hubo música de adoración a Dios, usando címbalos, liras y arpas (Neh. 12:27) y el mismo patrón del templo de Salomón.  Isaías registra la expectativa de salvación, cuando se estará en la casa del Señor, loando con “instrumentos de cuerdas” (Is 38:20).
La iglesia cristiana del Nuevo Testamento, es rica en Loor y adoración mas en ningún momento son mencionados cánticos acompañados de danzas al ritmo de tambor, el que se sugiere es el patrón del templo, distinto del patrón profano, tornándose un modelo para todas las reuniones sagradas. El de los cristianos es llamado “cánticos espirituales” y “sacrificio de loor” (Cl.3:16; Ef 5:19; Hb 3:15) En el contexto del Nuevo Testamento, la flauta es mencionada 4 veces (Mt 9:23; 11:17; Lc. 7:32; 1Cor 14: 7); las trompetas, 20 veces;  arpas 3, y adufe o tambor, ninguna vez. La música con danzas es mencionada apenas en celebraciones seculares (Lc. 15: 25).
Los eventos posteriores al templo parecen indicar que la adoración en Israel, y después en la iglesia cristiana se apartó de las costumbres profanas y se concentró en el patrón presentado por Dios. Las visiones del Apocalipsis que mencionan la adoración en el cielo (Ap. 5:8-14; 7:11-12; 11:16; 14:2; 15:2; 19:4), están sin ninguna referencia a danzas o a tambor, parecen confirmar que el modelo asimilado a partir del templo de Salomón es el modelo del celestial.
El  culto bíblico se distingue, como considerado hasta aquí,  por ser una iniciativa de Dios, por la noción de santidad, por el carácter personal de Dios, por mantener el equilibrio entre la trascendencia y la inmanencia y por la música sacra. Todos estos factores favorecen el culto bíblico como culto de la mente. Entretanto el concepto de culto se va tornando más fortalecido cuando se percibe  que la enseñanza de las verdades reveladas y los actos salvíficos de Dios son la actividad primordial del culto bíblico.
La adoración bíblica, permeada del concepto de una santidad inteligente, envuelve al ser humano completo, especialmente a su mente. La razón y el discernimiento son instrumentos indispensables en el culto una vez que “al hombre no es posible conocer a Dios fuera del uso de su mente”. Además de eso “el principio fundamental de genuina adoración es que debemos conocer a Dios antes de poder adorarlo”.

Orientaciones en el espíritu de profecía
El Espíritu de Profecía nos da muchos consejos sobre este tema algunos de ellos son:
Entusiasmo saludable
Nuestros servicios del culto no deben ser fríos y aburridos. Elena de White dice que hay un entusiasmo saludable, pero qué es un entusiasmo saludable?  
              El Espíritu Santo de Dios es el único que puede crear un entusiasmo saludable. Dejad que trabaje Dios, y que el instrumento humano ande humildemente delante de él, velando, esperando, orando, contemplando a Jesús a cada instante, siendo guiado y controlado por el precioso Espíritu que es luz y vida.[14]
Un entusiasmo saludable es una alegría santa que es el resultado de mirar las obras de Dios. Esta alegría se expresa en alabanza y culto. El ser humano debe caminar suave y reverentemente en la presencia del gran Creador y Redentor

Experiencia espiritual basada en la Palabra

Excitación no es santificación.  Únicamente la completa conformidad con la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo es santificación, y la voluntad de Dios está expresada en su santa ley.  La observancia de todos los mandamientos de Dios es santificación.  Evidenciar que somos hijos obedientes a la Palabra de Dios es santificación.  La Palabra de Dios debe ser nuestra guía, no las opiniones o ideas humanas.  Los que han de ser verdaderamente santificados, escudriñen la Palabra de Dios con paciencia, con oración, y con humildad y contrición de alma.  Recuerden que Jesús oró: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17: 17).[15]
Debemos estar atentos que nuestra experiencia espiritual se base en la Palabra de Dios antes que en experiencias de éxtasis. La Señora White da mensajes fuertes aquellos que buscan un alto nivel emocional  a través de una “experiencia espiritual”. La Palabra de Dios debe ser el fundamento sólido en la que debemos construir nuestra experiencia espiritual.

Espíritu santo no esta presente en el alboroto y el ruido

La siguiente declaración  no sólo es útil en la precaución que da, sino que es un instructivo acerca de lo que Dios aprueba:
La forma como se han celebrado las reuniones en Indiana, con ruido y confusión, no las recomienda a las mentes concienzudas e inteligentes. Estas demostraciones no contienen nada capaz de convencer al mundo de que poseemos la verdad. El ruido y el alboroto en sí mismos no constituyen ninguna evidencia en favor de la santificación, o del descenso del Espíritu Santo. Vuestras demostraciones extravagantes crean únicamente disgusto en las mentes de los no creyentes. Cuanto menos haya de esta clase de demostraciones, tanto mejor será para los participantes y para el pueblo en general.[16]

Argumento científico[17]
La ciencia demuestra que la música “dicta sentimientos”, algo comprobado por la fisiología, la psicología, y la sociología, y muy explotado entre otros, por la música militar, y por el cine donde se adaptan músicas para diversos tipos de escenas. El sistema auditivo. La música se graba en la parte del cerebro que normalmente es estimulada por las emociones, evitando los centros del cerebro relacionados con la inteligencia y la razón.
Antes de que el mensaje codificado llegue al cerebro, el conducto nervioso atraviesa una zona sumamente importante donde se encuentran el tálamo y el hipotálamo, así como el cerebelo. El mensaje nervioso producido por una música con un ritmo pesado favorece la secreción de varias glándulas, entre las cuales citamos la tiroides y las glándulas sexuales. Antes de llegar al cerebro, el flujo nervioso pasa por el cerebelo; este es el centro de la coordinación de los movimientos.
Consecuencias
Al escuchar músicas con ciertos ritmos, automáticamente la gente comienza a moverse al compás sin ni siquiera pensar, hay cambios de ritmo cardiaco y de la respiración, acción sobre el sistema digestivo, la pupila, la regulación de la temperatura del cuerpo (transpiración), etc. Aunque no estemos pesando en la música que escuchamos, esta ejerce su influencia en nosotros. Podemos cerrar los ojos, pero no lo oídos.
Elementos esenciales de la música
1.   Melodía. Esta debería ser la parte principal de la música, y responde a la dimensión espiritual del hombre.
2.   Armonía. Es la dimensión intelectual de la música, y responde a la razón. Muchos pueden componer una melodía, Pero componer armonía es mucho más difícil.
3.   Ritmo. Es la parte instintiva, corporal de la música.
             Una buena música, equilibrada, debe respetar ese orden de importancia.  Las notas graves muy cortas y repetidas (batería, guitarra bajo) tienen un efecto directo en el vientre y en los órganos sexuales. El tipo de ritmo a contratiempo acentúa más todavía la excitación, produciendo lo que Bob Larson llama “efecto de hipnosis.”
El aspecto fundamental  que se debe considerar desde un punto de vista moral y espiritual es la medida en que un compás insistente y/o sincopado anula los otros elementos musicales de un canto, a tal punto que la comunicación es ante todo sexual y física.
           El ritmo rock o pop, acumula exceso de adrenalina que las enzimas del cuerpo no pueden asumir,  esta se transforma en  adrenocromo (C9H9O3N), una droga sicodélica semejante al LSD, que lleva a la pérdida del control y la voluntad. El peligro radica en que como toda droga siempre se quiere algo más fuerte.
Las frecuencias bajas poseen una poderosa influencia en el cuerpo y en las emociones. Puesto que la música debe elevarnos, prepararnos para adorar a Dios en espíritu y en verdad, concluimos que ese tipo de música que tiende a desconectar nuestra razón ni tiene lugar ni en la iglesia ni en nuestra vida personal.


Conclusiones
Vivimos en tiempos controversiales e importantes en donde cada vez más personas y sociedades expresan sentimientos religiosos sin una guía cristiana clara y bíblica. La música ha llegado a ser un asunto importante, requiriendo discernimiento espiritual y decisión.
  

Bibliografía


[2] Iglesia Adventista del Séptimo Día (Asociación Ministerial), Guía de Procedimientos para ministros (Buenos Aires: ACES,  1995), 173.
[3] Elena G. de White, Joyas de los Testimonios (Buenos Aires: ACES, 1970), 3: 28.
[4]Ralph P. Martin, La Teología de la Adoración: Reflexiones teológicas, pastorales y prácticas (Deerfield, Florida: Vida, 1993), 11. 
[5]Martin, La Teología de la Adoración (Buenos Aires: ACES, 1970)241.
[6]Rick Warren, Una iglesia con propósito: cómo crecer sin comprometer el mensaje y la misión (Miami: Vida, 1998), 249-250.
[7]Iglesia Adventistas del Séptimo Día, Guía de Procedimientos para Ministros 173-189.


[8] Elena G. De White, Joyas de los Testimonios (Buenos Aires: ACES, 1975), 2:202.
[9] Vanderlei Dorneles, Cristaos en Busca do Extase: Para comprender a Nova Liturgia e o Papel da Música na Adoracao Contemporanea (Engenheiro Coelho, SP: Imprensa Universitária Adventista, 2003), 178-226.
[10] Ibid.
[11] Helen Grauman. A Música em Miha B íblia. (Santo André, SP: Casa Publicadora, 1968), 86.Citado en Dorneles, 193.
[12] Martín Stefani. Música Sacra, Cultura y Adoración. 2ª ed. (Engenheiro Coelho, SP: Imprensa Universitaria Adventista, 2002), 138. Citado en Dorneles, 193.
[13] Gilbet Rouget.,  Music e Trance: A Theory of the Relations between Music and Possession. (Chicago: University of Chicago, 1986), 78-86. Citado en Dorneles, 193.
[14] Elena de White, Mensajes Selectos (Boise, Idaho: Publicaciones Interamericanas, 1967), 2:108, 109.
[15] Ibid., 3: 204.
              [16] Elena de White,  Mensajes Selectos, 2: 39.
[17] Enrique Treiyer, “El cristiano y la música”  en Revista Estrategias para el cumplimiento de la misión  (Agosto 2003), 42-56. El artículo del Dr. Treiyer está basado principalmente en la obra de Samuele Bacchiocchi, (ed.), The Christian & Rock Music – A Study on Biblical Principles of Music (Berreen Springs, MI: Biblical Perspectivas, 2000). Para una respuesta a la obra de Bachiochi y a favor de la Música Cristiana Contemporánea ver Ed Christian, Joyful Noise: A Sensible Look at Christian Music(Hagerstown, MD: Review and Herald, 2003). 

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